Sí, el título busca la provocación, habida cuenta de que en los últimos años el FIFA sí “mola”. Pero durante demasiado tiempo, la saga de balompié de Electronic Arts contó con una legión de fieles inexplicable, o peor aún, explicable por motivos vergonzosos: ¿cómo no iba a tener su público si cuando los primeros FIFA empezaron a arrastrarse por la Megadrive, el género era popular con PC Fútbol? Nada descabellado por tanto, si todavía hay gente que recuerda con nostalgia a ese permanente cadáver andante que era el subproducto de quiosco de Dinamic Multimedia, que como compañía era otro cadáver andante arrastrando al recuerdo de la más alabada empresa de software española en los 8 bits…

Pero volviendo al FIFA, desde el principio dio rabia, mucha rabia. Un absurdo planteamiento de enfoque que confundía ideas en nombre de la originalidad, con una jugabilidad que árida es decir poco (repelente, afinar algo más). La cosa es que estábamos en el momento en que el clásico enfoque 2D lateral llevaba tiempo pasado de moda "para no volver". Lo había representado en su momento la escuela del Match Day y tuvo en Konami’s Soccer el tatarabuelo del juego que se iba a atrever a traerlo de vuelta para ser la forma definitiva de hacer las cosas (bajo el nombre de International Superstar Soccer).

No obstante, antes de esa vuelta a las 2D, el FIFA se apuntó al rollete isométrico más propio de las aventuras Filmation, y trató de demostrar torpemente ingenio para huir de los enfoques habituales en la época post-Match Day: la perspectiva cenital del Kick Off, ligeramente angulada en Sensible Soccer. Este último era la auténtica joya de la corona que pocos llegaron a conocer, en parte por la decadencia del Commodore Amiga, en parte porque el gran público se contentaba con las licencias oficiales de siempre, se basaran en una película con un resultado infame, o en hacer aparecer nombres de jugadores aún cuando el juego fuese tan lastimoso como el caso que nos ocupa. Y ojo, Sensible llegó a tener la primera gran base de datos, pero poco supo del tema el gran público condenado a esa eterna beta que era el PC Fútbol.

Cuando Konami hizo algo grande con el citado ISS, la falta de plantillas reales le costó también afincarse en un segundo puesto durante largo tiempo, a pesar de que FIFA seguía apestando. Y ahora puede sonar marciano, pero en esos años el que pasaba a ser fan de Pro Evolution estaba en una posición tan absurdamente minoritaria, como absurdamente leal llegó a ser después (ante el autocomplaciente modo sacacuartos en que Konami llegaba a empeorar las nuevas versiones con admirable puntualidad británica). Pero es que en los inicios se forjó una idea, la afirmación que muchos hicimos a coro de “el peor Evolution, mejor que el mejor FIFA”. El tiempo también se encargó de hacer añicos ese dogma.

La pregunta que cabría hacerse es ¿hasta estos extremos puede llegar el aficionado al videojuego, en que un PC Fútbol o un FIFA ortopédico como el que nos ocupa pueden ser reconocidos e identificados por algunos como buenos productos?.
La cosa merece un vídeo, para recordar el suplicio antijugable, lento, tedioso y tan rácano en sentido común. Tirar a puerta era una odisea a modo de castigo que hacía que ese pequeño momento de emoción nos hiciera creer en cosas que no debíamos. Que era divertido, que nos hacía luchar por el gol, que el videojuego había encontrado un camino...