Ni los largos años que lleva vigente la polémica sobre la violencia en los videojuegos, ni las victorias judiciales obtenidas en países como EEUU, ni los informes reconociendo elementos positivos en la industria bastan: la censura no decae. Es la consecuencia del crecimiento de un sector que ha alcanzado en los últimos años a públicos mucho más amplios, así como de la evolución técnica que ha ido reviviendo el debate a medida que las posibilidades gráficas hacían más explícito el show. Por no hablar del tema de siempre: que resulta más sencillo culpar a un videojuego que resolver un problema social.
Recientemente Venezuela ha querido desviar la atención sobre sus altos índices de criminalidad apuntando y culpando al sector, y lo ha hecho anunciando elevadas sanciones para quien ponga a la venta videojuegos de contenido violento. Tratándose de un país con un ferreo control de los medios, censuras recurrentes y un jefe del estado con programa televisivo propio, podría no sorprender, pero otros como Australia o, con mayor intensidad, Alemania, están tomando medidas de similar calado que lo hacen más incomprensible.
En ese contexto, Capcom, haciendo previsión del 2010, tiene varios frentes que controlar. Uno de ellos, los crecientes costes de sus producciones. Otro, la forma de seguir conectando con occidente en la explotación de sus sagas. Pero como la polémica no les pasa desapercibida, reconocen que la represión creciente es lo que más les inquieta: "algunos de nuestros juegos más populares tienen un guión y gráficos provocativos, con escenas violentas y grotescas, podríamos ser objeto de críticas por algunos medios que a menudo vinculan la violencia con los videojuegos", declaraban en un informe remitido a sus inversores. "Por ello, hay un riesgo de que nuestro negocio se vea afectado negativamente, afectando al valor de nuestra empresa y a nuestros canales de distribución siguiendo la normativa de las distintas autoridades", añadían en el mismo documento.
La compañía, que lleva en el videojuego prácticamente desde su inicio, ya ha sido en varias ocasiones víctima de juicios precipitados, el más llamativo de todos con Resident Evil 5 por llevar su acción al continente africano y apreciarse racismo en el color de la piel de los zombies de esta última entrega. Muchos subrayaron entonces que a lo largo de la serie diversos tipos de personaje y grupos sociales habían sido convertidos en zombie y que en África ese enfoque era el más coherente argumentalmente, y que la discriminación podría encontrarse en la actitud opuesta. En todo caso, ahora desde Capcom perciben que la situación empeora y que los próximos meses podrían sufrir en su balance las acciones de censura.