Cada una de estas pequeñas divisiones, responde a misiones en que tendremos un objetivo marcado y que se irán complicando a medida que las vayamos superando. En un principio, los problemas para hacernos con el control de la situación y atemperar nuestros nervios cada vez que veamos surgir de las sombras una siniestra figura serán los principales obstáculos. Posteriormente, la complejidad de los retos por la supervivencia, la necesidad de salir de una situación de auténtico reto acompañados, o el simple exceso de desorientación harán de la aventura algo desagradable con lo que tratar de inmunizarnos.
A este respecto, ahondar en la diferenciación de las sagas Resident-Silent Hill puede ayudar a comprender con qué tipo de experiencia nos va a tocar lidiar. Ese componente claustrofóbico que hemos mencionado del segundo, de nieblas y seres informes caminando en su muerte hacia la nuestra, es el que con más crueldad se cebará con nosotros. Porque vagar entre bosques oscuros sabiendo que nuestra aliada linterna es un enemigo potencial -por la posibilidad de descubrirnos-, nos obligará a zambullirnos entre sombras que esconden aquello de lo que huímos. La falta de visibilidad, en esta condición de recurso de protección o circunstancia que nos deja inermes, puede combatirse en parte con una función adicional con la que deberemos familiarizarnos. El segundo gatillo de la izquierda (L2) nos permitirá activar una especie de radar con que situarnos en el punto de vista de otros personajes –vivos o no- a nuestro alrededor. Usado con precisión, sirve para ubicarnos respecto a ellos y saber donde localizarlos. Al igual que con la visibilidad, se acaba convirtiendo en un arma de doble filo en que si nos quedamos atontados mirando por otros ojos, alguien se dirigirá a donde deberían estar –y de hecho están– los nuestros.
En todo lo que hace referencia al aspecto técnico, FS sale bien librado con comodidad. Fundamentalmente porque el eje central es una sensación de presión ambiental lograda muy rápidamente. Un apartado gráfico en tonos tristes y faltos de luz, dibuja un mundo oriental en donde nos sentiremos especialmente extraños. Ver caminar entre árboles perdidos en una noche lluviosa una anciana de supuestos ojos rasgados, ataviada con su atuendo de campesina y armada con un cuchillo para arrancarnos de cuajo la vida, es una de esas cosas que el motor gráfico sabrá reflejar con comodidad.
En lo sonoro, aparte de los mugidos de los no-muertos que nos avisan con escasa antelación, es de agradecer un doblaje en donde si bien puntualmente falta mejorar algo la credibilidad –algo de drama en los gritos ante la muerte de un personaje- el resto no necesita de grandes orquestas ni despliegues puesto que los sonidos de las estancias ya hacen bastante.
Los controles por su parte, dentro de una cierta sencillez tienen ligeras trabas respecto a lo que parece más intuitivo, probablemente por contagio de otras sagas. Aún así, en ocasiones parecerá innecesario apretar determinado botón determinado número de veces para que el protagonista haga lo único que puede hacer en esa situación para seguir adelante. Eso, y la lentitud de los personajes en las colisiones con paredes –que se puede pagar muy cara cuando hay un enemigo cerca- es lo único que puede reseñarse negativamente, algo que no es demasiado significativo en términos generales, pero que debe comentarse bajo los ecos de taquicardias.
La conclusión de toda esta exposición es evidente. Amantes del terror que quieran pasar un mal rato, adelante. El resto, esto se nos queda grande. Mejor coger a algún personaje entrañable de la nintendo y lanzarnos a la caza de la seta.