Hablábamos en el número de octubre de nuestra edición impresa de lo que fueron las aventuras de Willy (Manic Miner, Jet Set Will I y II) y lo que supuso en su momento, por raro que le suene al videojugador actual tras contemplar unas capturas. La cuestión es que, como todo juego importante, tuvo muchos que le siguieron, unos clonando, otros tratando de aportar originalidad, alguno limitándose a añadir más y más cantidad (vía habitual que en cierto sentido supone la esencia de la evolución en videojuego, más en temas técnicos). Solo algún caso aislado se preocupó de tomar alguno de sus rasgos para avanzar en otra dirección e innovar.
El de Dynamite Dan no es excesivamente especial, puesto que opta por la que nombramos vía habitual: más pantallas, más cantidad de enemigos, más plataformas. Pero merece una atención por ver cómo se resolvía, o cómo pretendían que se resolviera, su huida hacia delante. Porque visto con perspectiva, una vez más da la impresión que más que juego estábamos ante un castigo, y de ello da fe el vídeo bajo estas líneas -acelerado en tempo respecto al original, sí-, que demuestra los rituales que había que maquinar y, sobre todo, ejecutar entre rutinas que lo hacían más un puzle que un plataformas (si bien con la exigencia de precisión de éste último).
Contraste entre dos carátulas de Dynamite Dan, una más agresiva otra más desenfadada.
Contraste entre dos carátulas de Dynamite Dan, una más agresiva otra más desenfadada. |
Para hacerse una idea del momento concreto de su publicación, hay que apuntar que Dynamite Dan fue publicado por Mirrorsoft (una compañía que empezó con los programas educativos, se pasó a los videojuegos y antes de ser engullida por Acclaim se anotó tantos como la distribución del Tetris) en el lejano 1985, sólo un año después de Jet Set Willy. Probablemente sea uno de los máximos exponentes de llevar al límite el espíritu de un juego y aunque todo lo que se ejecuta en este vídeo parezca más un problema de saber cómo hacer que de llevarse a cabo, era endiabladamente difícil (no tanto quizá como el ritual obsesivo de Profanation, pero a la vista está que el tema tenía tela).