La fortaleza del sector, su posición por encima del cine y de la música, hacían pensar en algo diferente. Entre otras cosas porque en estos últimos estamos acostumbrados a las cifras de vértigo que se manejan para determinados fichajes, y por ello parecía lógico que los implicados en un videojuego -aún sin tanto carisma o protagonismo en los medios- debían ser unos privilegiados.
Nada más lejos de la realidad: al margen de que puedan existir puntuales excepciones, sin cobros en royalties que les beneficien, sus contratos fijos no parece que sean proporcionados a sus resultados si atendemos a la encuesta que la CNN ha realizado. En ella, un salario del equivalente a 1500 euros es lo máximo que se obtiene como respuesta, con una sola excepción: uno de los encuestados reconoce cobrar, al margen de bonus finales, cerca de 6000 euros... pero no en el sector del videojuego.
Las declaraciones que recoge la entrevista, van desde "estoy listo para morir, no puedo permitirme ni el traje adecuado, voy a buscar otro trabajo", a "las únicas bonificaciones de mi novio programador son la calvicie y un futuro incierto". Más optimista, uno de ellos declara "mi única gratificación, las sonrisas de los usuarios satisfechos", pero no parece el tono dominante con declaraciones que siempre hacen referencia a salarios para jornadas laborales de 40 horas semanales.