Julie Uhrman tiene motivos para estar satisfecha, si bien es evidente que tampoco es momento (todavía) de cantar victoria. Haber logrado la repercusión con que se ha hecho el proyecto del que es fundadora, Ouya, es un hito al alcance de unos pocos.
Si contar con el apoyo de medios especializados y numerosos fans que contribuyeron a financiar el proyecto no fuera suficiente, los datos iniciales no son para nada negativos: Amazon incluso agotó pedidos ayer, diversos comercios hablan de un comportamiento muy halagüeño.
No obstante, Julie no está especialmente feliz: algunos de quienes apoyaron Ouya se han quedado sin consola, cuando la promesa era que estos la recibirían antes de su puesta a la venta. "Estoy cabreada", escribía en la página oficial, "algunos no habéis recibido la consola y ante vosotros me disculpo: no prometí que algunos tendríais la máquina, prometí que la tendríais todos; he estado leyendo vuestros comentarios y estamos trabajando en resolverlo".
Diversos usuarios que han probado la versión final dan buena cuenta de las mejoras introducidas sobre la versión de pruebas. Falta por ver si el apoyo de estos hardcore gamers es suficiente, si su precio ayuda a convocar a usuarios de grupos más amplios.