El episodio final de la cuarta temporada de The Walking Dead no solo buscaba dejar a los espectadores en vilo, forma de cumplir con la promesa de otro momento de vértigo que resulta efectiva para reunir espectadores ante la pequeña pantalla (y a la vez sirve para convocarlos al episodio de vuelta el próximo ‘curso’). Su trama también buscaba avanzar en el desarrollo psicológico de unos personajes llevados al límite y que han vuelto a ponerse cara a cara con la expresión más rotunda del mal, algo que tiene especial importancia en su protagonista Rick, en permanente lucha contra lo que queda de humanidad y esperanza para él en el Apocalipsis, pero que calará también en su hijo o incluso en Daryl.
Quien no viera el desenlace, es el momento de dejar leyendo. El resto, recordarán para siempre la forma en que Carl fue atacado ante su padre -quien se revuelve de la forma más salvaje posible- por quienes en los últimos días eran compañeros de viaje de Daryl. Algo que termina por afectar al trío de personajes, dejando una huella indeleble en su personalidad.
“Rick está resignado por el hecho de lo que va a tener que hacer para sobrevivir; no creo que se sienta particularmente avergonzado o feliz sobre ello, está aceptando su destino: tienes que hacer lo que tienes que hacer, y es algo con lo que tendrá que tratar durante un tiempo”, declara Robert Kirkman como creador de The Walking Dead antes de añadir: “ver cómo Carl es casi violado no es algo que pueda pasar por alto; no estamos ante un show que introduzca esas cosas en el pasado de un personaje para luego no tratarlo; estará muy presente en lo que concierne a Rick, Carl y Daryl, a medida que estos avancen”.
Avanzado el episodio y antes de su cortante final, Carl tiene ocasión de calificarse ante Michonne como un monstruo a tenor de sus emociones internas. Rick ha puesto en evidencia de qué será capaz, y alguien como Daryl puede volverse particularmente interesante si opta por sacar su lado más duro en nombre de la supervivencia. Toda esta mezcla explosiva se junta en el peor escenario posible, dando sentido a la frase con la que Rick despidió su último episodio.
La espera va a ser muy, muy larga.