Es uno de los temas del momento: la forma en que Playstation 4 y Xbox One están protagonizando la transición más extraña jamás vista, y título tras título -o anuncio tras anuncio- vamos viendo cómo la generación previa se resiste a perder protagonismo.
Que algo así suceda se explica por el mismo motivo por el que esa generación anterior ha permanecido tantos años vigente: su potencial ya era elevado, no hacía falta tanto más para satisfacer con nuevos recursos a los jugadores. Si las cosas cambian con la llegada de Oculus Rift o cualquier otro planteamiento de realidad virtual (de hecho Oculus Rift no está diseñado para consolas: en Playstation tendrá que ser en Morpheus, en Xbox es una incógnita), sigue siendo una mera especulación. Entretanto, los juegos son condenadamente similares a aquellos que podían jugarse sin comprar un nuevo sistema.
En ese sentido, los últimos datos que llevan días recorriendo internet a la velocidad de la luz, son un duro golpe para quienes han pagado la novedad de la next-gen para tener un catálogo reducido y con escasas exclusivas: siguen pagando cara su afición a las novedades, esta vez en la factura eléctrica.
Así, en los análisis de Wii U, Playstation 4 y Xbox One, apenas la primera sale bien librada, si bien el informe efectuado por el Natural Resources Defense Council aconseja a Nintendo que retoque sus sistemas que permanecen activos con la consola en standby.
En lo que a Playstation 4 se refiere, sus problemas empiezan por un consumo muy elevado en la función de standby, que no obstante Xbox One logra superar cuando funciona con Kinect (consume 15,7 watios por los 8,5 de Playstation 4, todo a una enorme distancia de los 0,4 de Wii U). Un problema que en cierta medida se repite cuando Playstation 4 aparece como la que más energía precisa mientras se juega, en tanto Xbox One lo hace de la forma más irritante para los autores del informe: cuando no se está jugando.
Además, funciones con aspiraciones de convertir la consola en un aparato multimedia se desvelan traicioneras cuando, por ejemplo, emplear la Xbox One para ver la televisión implica un consumo 72 watios superior al de hacerlo por una tele convencional.
¿Se darán las compañías citadas por aludidas y replantearán su estrategia para nuevas consolas? ¿realizarán cambios en futuras versiones, o incluso por software donde sea posible?
Sin duda al usuario, muy sensibilizado con el coste de la factura eléctrica, estas cuestiones le resultarán interesantes.