Finalmente ayer se puso a la venta Elite: Dangerous, cuarto título de la saga Elite cuyos orígenes se remontan al lejano 1984, y que conoció dos continuaciones en la década de los 90 (Frontier: Elite 2, en 1993, First Encounters dos años después).
Financiado a través de una Kickstarter y de la web de Frontier Developments, la historia arranca con el Imperio en completa anarquía. Así, la enfermedad del Emperador origina una batalla por suceder el trono en que ante la debilidad del Presidente, algunos Estados de la frontera se plantean en independizarse. El lío galáctico está servido.
En su planteamiento, los jugadores son libres en elegir entre participar en la historia de juego de forma intensa, tomar partido en ocasiones, o no participar en absoluto. De su respuesta, dependerá directamente cómo discurran los acontecimientos y que la trama vaya desvelándose.
No obstante, lo verdaderamente llamativo del juego es lo que se propone ofrecer una vez su desarrollo —todavía en curso— haya llegado a su última fase: 150.000 sistemas solares a explorar, todos tomados de datos astronómicos reales, todos vistos como nunca antes una vez Oculus Rift nos permita adentrarnos y jugar en ‘auténtica’ primera persona.
El Kotaku, Kirk Hamilton habla de “un tipo de juego que pensábamos que no veríamos de nuevo”, y el propio redactor, quien se había propuesto no ser “el chico VR” (en referencia a quienes han probado Oculus y no dejan de hablar del tema) recuerda lo que han dicho del juego en otros medios: “Lo adoro, es la razón por la que juego a los videojuegos” (Greg Tito, The Escapist); “Es enfermizo, es ambicioso hasta lo patológico, pero lo que es increíble es hasta qué punto cumple con sus promesas” (Tom Rudderham, The Rift Arcade); “Toda la parafernalia técnica no puede encapsular la rotunda fascinación de este sistema” (Eric Limer, Gizmodo).
Falta por ver si los jugadores se lanzan ya al ciberespacio, o si aguardan a Oculus, en lo que para muchos está siendo una tensa espera.