En el curso de una entrevista, Bill Gates ha soltado la bomba: Microsoft quiere comprar Nintendo y va a presentar una oferta formal.
El tema de por sí da para todo tipo de especulaciones y opiniones, pero en esencia la idea está clara: Nintendo por un lado ha dejado de ser referente claro en consolas y ha ido perdiendo paulatinamente posición -salvo en su división portátil- en tanto que Microsoft, por mucho que se esfuerce en ganar terreno, lo sigue teniendo difícil en Japón, y puede pasarse la vida comprando desarrolladores pero su nombre nunca equivaldrá al de la marca de Mario y compañía. La unión más que nunca haría la fuerza.
Así, de fructificar la transacción tomarían una forma muy distinta en la sucesión de X-Box y Gamecube, y la competencia con Sony sería demoledora. Además, Microsoft confirmó hace escasos meses que no tenía planes para sus divisiones portátiles, y ahí podría acoplarse a la perfección a la situación de dominio y prometedores planes de cara a dar relevo a Game Boy Advance.
¿Posibilidades reales?
Que una marca histórica como Nintendo se venda al gigante americano, resulta para los más veteranos improbable y molesto al mismo tiempo. Por un lado la filosofía de los padres de Donkey Kong ha sido la de demostrar personalidad y no ceder a las presiones externas. Lo han puesto de manifiesto tanto en la elección de soportes para sus últimas consolas, como en las restricciones a la hora de licenciar juegos y defender una producción propia. La injerencia de una máquina puramente capitalista como Microsoft, a priori desdibujaría y adulteraría el sello Nintendo hasta hacerlo imperceptible.
Por otro lado, una oferta mareante de los responsables de Windows podría tener un desenlace insospechado. Si bien los muchos fieles admirarían aún más la negativa, podría llegar a un punto que las grandes cifras diesen con un desenlace distinto. Microsoft lograría pues un instrumento de lujo para posicionarse a competir de igual a igual con más posibilidades que nunca con Playstation 3 -si es que definitivamente es su nombre- y con PSP. Y en una industria como la del videojuego, que actualmente supera en facturación a otras como la del cine, esa sería una justificación más que sobrada para la inversión salvaje.
Así, todo queda en manos de Nintendo. Pueden elegir qué hacer con su destino y qué quieren ser. La respuesta de quienes han crecido con sus mascotas y siguen viendo en sus rasgos una esperanza del juego sobre el espectáculo, es fácilmente deducible. El tiempo dirá si están a la altura.