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Rastan, el otro Conan

Un artículo de Guybrush Noséqué || 13 / 9 / 2011

Habría sido una adaptación única de una película - cómic, pero tuvo que limitarse a ser un excepcional remedo del personaje de R.E.Howard. Rastan merece ser recordado como uno de los productos más dignos de los 80, uno de esos elegidos que mantiene rasgos de jugabilidad para quienes todavía comprendan el encanto de las apuestas 2D.

7 bits
AVISO: Este texto fue publicado en nuestra Edición Impresa en el número de Edición verano

Nos hemos referido a ellos en varias ocasiones como el otro lado de la moneda de las lamentables licencias de productos de otros sectores: si generalmente la inversión en una figura icónica vaciaba el presupuesto para hacer algo medianamente digno, en los casos en que se limitaban a buscar un parecido y a darlo todo por el juego, llegaban a lograrse títulos míticos. Lo fueron pues ese grupo de elegidos entre los que figura Rick Dangerous como parodia-epígono de Indiana Jones, La Abadía del Crimen como adaptación oficiosa de El Nombre de la Rosa, o aquel Bomb Jack como suerte de Super Ratón…

El primer y mítico Rastan, un juego excepcional en su momento.

El primer y mítico Rastan, un juego excepcional en su momento.

El primer y mítico Rastan, un juego excepcional en su momento.



Pero Rastan merece un puesto aparte. Surgió de las entrañas de los salones recreativos en el lejano 1987 en que las recreativas no tenían potencial para tanto derroche de cualidades: un personaje épico, una atmósfera de aventura legendaria que se imprimía tanto en las tonalidades de los decorados como en una banda sonora que todavía asombra con tantas décadas de por medio. Lo que Taito se sacó de la manga como imitación de Conan, era tan acertado como la propia variante del nombre: hasta Rastan parece una elección inmejorable para un juego que sin embargo no llegó a Europa (ni EEUU) como sus creadores habían ideado: quizá por la falta de las garantías que sí habría ofrecido el nombre original del bárbaro, Rastan no tenía aquí la máquina propia para la que fue diseñado, y en su lugar tuvo que correr en máquinas genéricas, prescindiendo de mayores controles, extras, e incluso de la introducción inicial que nos hacía entrar en materia relatándonos cómo obtendríamos todos los tesoros del imperio a cambio de la cabeza de un temible dragón gigante.

Una trayectoria de clásico


Puede no resonar tanto como otros, especialmente como los que sobrevivieron con secuelas que llegan a nuestros tiempos y que nos hacen sorprendernos de que Rastan no cuente con reedición cuando nuevas partidas nos asombran con su vigencia. Pero a pesar de ello su impacto inicial sí dejó huellas que se extendieron hasta extremos curiosos: por encima de conversiones a 8 bits, arañó los 16 con PC y Mac para luego continuar bajo el título de Rastan Saga en Megadrive, y terminar su andadura oficial de vuelta en recreativa con Rastan Saga Episode III (1991), un episodio que vendía su planteamiento tradicional para convertirse en mero refrito de Golden Axe, cambio de género que implicó pérdida total de personalidad. Pero la cosa no acabaría ahí, pues llegaría a cruzar su nombre con otro muy conocido vía licencia oficial de Taito en Warrior Blade: Rastan vs. Barbarian, si bien poco conservaba de las señas originales. Su vuelta como personaje extra en Champion Wrestler (título de por sí bastante anodino publicado por Taito en el 89 a menor gloria del género de lucha libre), es tan anecdótica como la presencia de una estatua en su título de debut calcada a la que años después aparecería en la película El Señor de Los Anillos (mera coincidencia freak que algunos subrayan en Internet).


El segundo Rastan, sin un ápice de sentido estético y varios puntos por detrás del juego anterior.

El segundo Rastan, sin un ápice de sentido estético y varios puntos por detrás del juego anterior.

El segundo Rastan, sin un ápice de sentido estético y varios puntos por detrás del juego anterior.



Pero lo más destacable sigue siendo el aspecto que mantiene un juego cuya enorme dificultad estaba hecha para que nos dejáramos el presupuesto tratando de aprender sus formas precalculadas de avanzar (frente a enemigos entonces impactantes, hoy admirables para los veteranos). Sus movimientos resultan hoy del todo ortopédicos y limitados, cuando entonces eran de una amplitud bastante mayor a lo habitual (enfocar la espada hacia el suelo en una larga caída, emplearla para deshacernos de enemigos voladores, etcétera, era algo de una versatilidad tan atractiva como inútil sin mucha práctica y por tanto sin el conocimiento del lugar y momento en que atacar).
Con unos ligeros retoques, merecería un regreso tal cual aunque fuera vía consola virtual / descarga digital (sí regresó en uno de tantos recopilatorios de Taito para Ps2, concretamente Taito Memories Vol.1). Entre tanto, queda como una demostración más de lo que Conan podría haber hecho en el género arcade en sus primeros tiempos. Falta por ver qué nos trae la nueva película para tratar de explotar la franquicia… ojalá esta también significase la vuelta de nuestro añorado Rastan.



7 bits

No todos los clásicos fueron buenos, no todo puede ser bien visto por la nostalgia. Alguien debía hacer justicia y hacerle un 7 a los 8 bits (y a los 16...). Y de paso divagar sobre otros temas del videojuego.

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