Tras la táctica, la profundidad y el juego pausado de las dos entregas de Metal Gear Acid (algo que puede no casar mucho con lo que ha sido la saga en su historia) Konami ha decidido escuchar a sus fans creando un Metal Gear clásico, a la espera de que vuelvan a asombrar al mundo con la cuarta entrega diseñada para Playstation 3. Esta sitúa los acontecimientos seis años después de la tercera parte, Snake Ester. Solid no forma parte ya de la unidad Fox, y se halla en mitad de una nueva amenaza nuclear, cuya misión le servirá para limpiar su nombre y su reputación.
Con un manejo prácticamente igual que las de PS2, en tercera persona controlando a Snake y simplificando el control de forma que no se eche de menos un segundo stick analógico, la duración y amplitud de las misiones se ha recortado de forma acertada, creando partidas más ágiles con que aprovechar el menor tiempo que suele emplearse en una partida portátil. No obstante, hay un buen número de misiones secundarias que resultan muy rentables para el jugador, permitiéndonos conseguir numerosos objetos (armas, granadas de humo, municiones), debilitar al enemigo y reclutar soldados descontentos par que nos ayuden en nuestro objetivo.
La jugabilidad vuelve a consistir en una equilibrada mezcla de acción, sigilo e infiltración, pero como todo buen seguidor conoce, la tensión y la diversión de no ser detectado es muy superior a las sensaciones que provoca el tiroteo fácil, que puede atraer a los más novatos. Gracias a los reclutas forzosos que iremos consiguiendo en cada misión, podremos acceder a ciertas zonas como si fuéramos ese personaje, un detalle que introduce variedad adicional en su planteamiento.
Lo que no podía faltar son los enfrentamientos con verdaderos “jefes”, que protagonizan los combates más intentos y divertidos y en los que deberemos hacer frente a sus poderes especiales.
La diferencia principal respecto a las versiones de PS2, es que nos movemos por mapas cerrados, no nos vamos desplazando de una base a otra como anteriormente, si no que usamos un vehículo que va de un lado a otro mientras vemos una animación en pantalla. Este punto permite disfrutar de una gran carga gráfica en cada escenario, no siendo realmente un problema para el estilo de juego que propone esta nueva entrega. Es en este apartado, el gráfico, donde Metal Gear saca a relucir lo mejor de Psp, su gran capacidad para manejar entornos 3d. El estilo gráfico recibe grandes influencias de Snake Eater, el modelado es de lo mejor mostrado por Psp que además mueve sin despeinarse un motor gráfico sólido y con buenas texturas, un trabajo a la altura de lo que se venía esperando de Konami y de Psp. Lástima que por el camino se hayan quedado esas estupendas escenas realizadas con el motor del juego, siendo substituidas por diseños de cómic realizados por el autor de la novela gráfica de Metal Gear Solid.
El modo multi-jugador permite partidas 'ad hoc' e infraestructura, con modos típicos donde capturar la bandera, deathmatch, pero con la tensión que supone jugarnos a los miembros de nuestro equipo previamente reclutados, esto no es bambi, sabías a lo que venías. Una gran pérdida, la de Harry Gregson Williams como compositor habitual de la saga, ha sido resuelta de forma convincente, los temas son adecuados para un juego como Metal Gear consiguiendo realzar los momentos de tensión, a pesar de no disfrutar de la misma calidad que sus últimas versiones de Playstation 2.