Kong deja a Ann antes de caer. La multitud se agolpa en torno al gigantesco cadáver. Un policía exclama, ¡Gracias a los aviones! La réplica de Denham ha pasado a la historia del cine: No, no fueron los aviones. La belleza mató a la bestia.
Secuelas, nuevas versiones, degradaciones
El Hijo de Kong (Son of Kong, 1933), secuela producida en cuestión de meses con Schoedsack como director y O’Brien como productor, y calificada por Carlos Aguilar como un auténtico bodrio. Carl Denham y el capitán Englehorn (encarnados de nuevo por Robert Armstrong y Frank Reicher) huyen de Nueva York agobiados por las demandas y vuelven a la Isla de la Calavera, donde esperan encontrar un fabuloso tesoro. Se topan en cambio con Pequeño Kong, un gracioso gorila blanco de tres metros de altura descendiente del gran Kong (¿quién es la madre? ). Leonard Maltin sólo destaca los efectos especiales.
El Gran Gorila (1949) volvía a reunir en sus funciones habituales a Schoedsack, Ruth Rose, O’Brien (ya secundado por Ray Harryhausen) y hasta a Robert Armstrong. Joe, un gorila con solo cinco metros de percha que se ha criado en la selva junto a una joven humana (Terry Moore), es capturado por un empresario sin escrúpulos que desea exhibirlo en la gran ciudad. Al final Joe salva a unas niñas de un colegio en llamas y es devuelto a su hábitat. Ron Underwood (Temblores) repetiría la película en 1998 con una Charlize Theron de infarto y actualizados efectos visuales: Mi Gran Amigo Joe (Mighty Joe Young).
Konga (1961). Producción del británico Herman Cohen sobre un doctor que logra el crecimiento monstruoso de cualquier animal inyectándole un extracto de plantas carnívoras. Un chimpancé acaba midiendo treinta metros y destruyendo Londres.
King Kong contra Godzilla (Kingukongu tai Gojira, 1962) y King Kong se escapa (Kingukongu no gyakushu, 1967). Las aportaciones japonesas al tema, realizadas en suitmation –es decir, con personas disfrazadas de los monstruos-. La primera enfrenta a los dos mitos, y también pasa por allí un pulpo gigante. En la segunda Kong es hipnotizado por un científico malvado y luego lucha contra una réplica mecánica de sí mismo.
Por otra parte, King Kong contra Godzilla tiene su origen en el proyecto más conocido sobre Kong nunca producido, una historia de Willis O’Brien que hubiera plantado al gran simio en San Francisco, donde se hubiera pegado con una creación de laboratorio fabricada por un descendiente del Doctor Frankenstein.
King Kong (1976). Hasta que ha llegado Peter Jackson, el único remake del clásico. Producida por Dino de Laurentiis, dirigida por John Guillermin e interpretada por Jessica Lange (en su primer papel), Jeff Bridges y Charles Grodin. Todo el mundo le reconoce la corrección y la espectacularidad –incluye suitmation- pero a nadie le gusta. Fue, eso sí, la cuarta película más taquillera de aquel año, ganó un Oscar por sus efectos visuales y dos nominaciones por la fotografía y el sonido, y dio lugar a King Kong II (King Kong Lives, 1986). Repetían de Laurentiis y Guillermin como productor y director, y Linda Hamilton (Terminator) interpretaba a una joven doctora que intentaba revivir al monstruo. Éste finalmente encuentra pareja de su tamaño.
El balance de tanto simio en acción, del que no hemos hecho más que un somero repaso, resulta un poco pobre.