Pasado casi año y medio del estreno de Lincoln y, por tanto, dos desde su rodaje, Steven Spielberg anuncia cuál será su nueva película.
Y esta no será ni la superproducción Robopocalipsis, paralizada ahora mismo por su excesivo presupuesto, ni American Sniper, el drama bélico que protagonizará Bradley Cooper. Ambos proyectos siguen en la agenda de Spielberg, pero este ya no tiene tanto poder como antes, por lo que ha de atenerse, como el Martin Scorsese de La invención de Hugo, a los designios de los grandes estudios si quiere que otras de sus propuestas reciban luz verde.
El encargo que ha aceptado Spielberg ha sido El gran gigante bonachón, adaptación del relato homónimo escrito en 1982 por Roald Dahl (1916-1990), experto en literatura infantil y juvenil mucho más interesante de lo habitual, cuyos textos ya han inspirado otros films como Matilda, James y el Melocotón Gigante, y Charlie y la fábrica de chocolate.
El propio El gran gigante bonachón ya fue llevado a la gran pantalla en 1989 por Brian Cosgrove como producción animada. Spielberg aprovechará todas las tecnologías existentes hoy para volver a adaptar esta historia sobre una niña, Sophie, rescatada de un orfanato por un misterioso gigante que la convierte en ayudante de su labor, procurar sueños agradables a los más pequeños.