Las cifras globales del cine en 2014 son tan dramáticas como para que se hable de un récord negativo en 20 años, situación que ha sido objeto de análisis en un informe de PWC. La conclusión, clara: el impacto del precio de las entradas es la principal razón para que la audiencia prescinda de acudir al cine… salvo en contadas ocasiones.
Al espectador español, la situación no le pilla de nuevas: las jornadas a precio reducido fueron un ejemplo de hasta qué punto las salas pueden llenarse cuando la entrada tiene un coste competitivo. El aumento de la fiscalidad y el coste del nivel de vida, combinado con la difícil situación económica, crean un cóctel de difícil digestión para la industria.
“El alto precio de los tickets es, de lejos, la razón principal de insatisfacción por edades y afectando a la frecuencia de asistencia. A pesar de los avances en tecnología, mejores asientos, mayores lujos y el regreso de las 3D, resulta difícil contraatacar al alto precio de las entradas”, expone el informe, que con todo ve algo de esperanza si se promocionan los avances en las salas (IMAX, 3D, de mayor tamaño) y se realizan campañas de fidelización que vendan varias entradas a la vez o incluyan descuentos en las consumiciones en palomitas y refrescos.
Además, a pesar de la caída en otras franjas de edad, la de 18 a 30 años sigue siendo lo suficientemente fiel como para hacer pensar en que seguirán acudiendo al cine durante unos cuantos años más.