En un año donde de nuevo volveremos a encontrarnos en las carteleras con un buen número de películas protagonizadas por superhéroes (debuta Iron Man y también en solitario Lobezno, y tendremos continuaciones de Punisher, Hulk, Batman o Hellboy, por ejemplo), y donde siguen llegándonos esporádicamente adaptaciones de series televisivas de dibujos animados (entre las más recientes Alvin y las ardillas o Tortugas Ninja Jóvenes Mutantes), qué duda cabe que esta Superdog no pasará a la historia por su fama previa, fruto de una serie de los años sesenta cuyo título original era Underdog, ni por erigirse como una de las mejores cintas de cualquier de estas dos categorías mencionadas.
La historia es muy sencilla: un perro es expuesto a una sustancia que le otorga superpoderes (así como la capacidad de hablar), y a partir de ahí dedicará sus habilidades especiales para proteger su ciudad, luchar contra el villano de turno y conquistar a la chica... esto, perrita de sus sueños. Se trata de una fórmula que lleva décadas en funcionamiento, las mismas que editoriales como Marvel o D.C. Comics llevan explotando el filón, y que en principio podría haber dado resultados entretenidos. Sin embargo, cobijada bajo el manto de Disney, la película renuncia a ir más allá de una historia simplona que sólo contentará a los espectadores más jóvenes de la casa.
Es una lástima, ya que el primer tráiler que pudimos visionar nos ofrecía algunos ramalazos de parodia dirigidos hacia Superman returns. Ya en la cinta podemos encontrar toques divertidos que intentan jugar con los tópicos de los superhéroes, pero quizá se trate del único aliciente de un producto que en ningún momento intenta escapar de sus propias limitaciones, basadas en un argumento trillado y una trama lineal como pocas.
Entre las curiosidades, decir que el director Frederik Du Chau ya debe estar acostumbrándose a rodar con animales, tras Héroe a rayas (2005). Más o menos igual que Jason Lee, quien pone la voz al perro protagonista en la versión original, y que ya se las vio con las ardillas digitales que comentábamos al principio. Por último reseñar la presencia de un James Belushi que vuelve a sumergirse en el mundo de los canes casi veinte años después de Superagente K-9. En definitiva, datos casi intrascendentes para ocultar las carencias de una película sólo apta para niños que hayan visto poco cine.