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Ben-Hur cruza la línea de meta

Un titán a caballo entre tres épocas de Hollywood

Un artículo de Redacción || 07 / 4 / 2008

Los Diez Mandamientos (1956), Horizontes de Grandeza (William Wyler, 1958), El Planeta de los Simios (Franklin J. Schaffner, 1968) o El Último Hombre Vivo (Boris Sagal, 1971) son algunas de las películas por las que Heston paseó su físico rotundo y su autoridad moral —fue elegido por Cecil B. DeMille para encarnar a Moisés porque el rostro de Heston le recordaba al director el de la estatua cincelada por Miguel Ángel—. Aunque, sin duda, su papel más popular fue el de Ben-Hur en la película homónima realizada por su amigo William Wyler en 1959, que le procuró el Oscar al mejor actor así como protagonizar la inolvidable secuencia de la carrera de cuádrigas, que ha pasado a las antologías del cine de acción.

Participar en películas de este género, y ostentar en sus últimos años de vida ideas reaccionarias (fue presidente de la Asociación Nacional del Rifle, y el altercado que mantuvo con Michael Moore es uno de los momentos más delicados del célebre documental de éste último sobre las armas en Estados Unidos, Bowling for Columbine) le ha procurado burlas y menosprecios. Pero lo cierto es que Heston no sólo fue una persona muy culta, con sentido del humor (hizo un cameo en el remake de El Planeta de los Simios realizado por Tim Burton en 2001 como simio agonizante que lega un arma de fuego) y comprometida en los 60 con los movimientos a favor de los derechos civiles de la gente de color; además, interpretó a Shakespeare en los escenarios y en la pantalla (amén de dirigir en 1973 Antonio y Cleopatra), y dio la cara por cineastas tan conflictivos como Orson Welles o Sam Peckinpah, con los que rodó respectivamente Sed de Mal (1958) y Mayor Dundee (1965).

Nacido en 1923 en Illinois, Heston llegó a trabajar en el seno del Hollywood clásico, supo evolucionar en los 60 hacia las superproducciones y en los 70 hacia proyectos de ciencia-ficción con cariz crítico, y a partir de la década de los 80 se refugió en producciones televisivas como Los Colby o La Biblia, sin descuidar nunca el teatro ni breves intervenciones en Tombstone (1993), Mentiras Arriesgadas (1994), Hamlet (1996) o Un Domingo Cualquiera (1999).

Otras películas que merece la pena recordar en su larga trayectoria son Ruby Gentry (1952), El Mayor Espectáculo del Mundo (1952), El Secreto de los Incas (1954, clara influencia iconográfica del personaje de Indiana Jones), El Cid (1961), 55 Días en Pekín (1963), El Tormento y el Éxtasis (1963), Soylent Green (1973), La Batalla de Midway (1976) y Los Últimos Hombres Duros (1976), co-protagonizada por James Coburn, y cuyo título podría resumir a la pefección una de las facetas de Heston más evidentes a ojos del público.











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