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El Discurso de Rey

Los Reyes, esos actores...

Un artículo de José M. Robado || 28 / 12 / 2010
El Discurso de Rey

La baza que redondea el buen resultado de esta cinta son sus interpretaciones.

El cine británico tiene la virtud de ofrecer con regularidad perlas cinematográficas acerca de su historia, su política y su sociedad. Tanto en la vertiente de realismo social como en las recreaciones históricas, los cineastas británicos suelen presentar un singular acierto al retratar su idiosincrasia. La cruda y sensible Fish Tank (Andrea Arnold, 2009), la divertida y demoledora In the Loop (Armando Ianucci, 2009) o la reveladora The Queen (Stephen Frears, 2006), podrían ser buenos ejemplos recientes.

Precisamente la película mencionada de Stephen Frears es un referente muy claro para hablar de de El Discurso del Rey. De nuevo, la monarquía británica es una fuente para relatar una excelente historia de superación y reconocimiento personal en dos sentidos, el de un heredero de la monarquía cuyo defecto del habla empequeñece sus capacidades (Colin Firth), y el de un peculiar logopeda que vive y aplica sus métodos a contracorriente (Geoffrey Rush).

Con la llegada de la radio como medio de comunicación de masas, los monarcas se ven obligados a ejercitar sus capacidades oratorias para mantener su relevancia y apoyo social. Ya no basta con vestir sus uniformes con apostura en retratos y actos sociales, ahora sus voces son muy importantes. Han de convertirse en actores. La tartamudez del Duque de York se convierte entonces en un auténtico problema que le hace buscar la ayuda de especialistas para superarlo. Cuando el heredero decide ponerse bajo tratamiento del singular logopeda a instancias de su esposa (Helena Bonham Carter) ambos personajes se enfrentan a un inesperado espejo que les obligará a desnudar sus personalidades y a superar defectos y problemas con los que antes no se habían atrevido.

Son varios los aciertos que se pueden encontrar en esta cinta. Uno de ellos es la singularidad de su historia en la que un imaginativo profesional se enfrenta a un miembro de la monarquía británica, una de las más rígidas que existen en el trato con sus súbditos. Asistir al progresivo conocimiento de ambos personajes por la vía del tratamiento es estímulante pues obliga al heredero a descender al trato de persona normal y al profesional a aplicar sus conocimientos de un modo que incluso puede influir en cuestiones de estado.

La excelente realización de Tom Hooper, que ya sorprendió con un buen resultado en una biografía de ambiente futbolístico de The Damned United (2009), destaca especialmente por su falta de complejos al utilizar los encuadres como recurso descriptivo, algo casi inaudito en la mayoría de cine que vemos hoy día; o por la sencilla y eficaz soltura que demuestra en la planificación de secuencias en grandes espacios como la que se desarrolla en la Abadía de Westminster. Tom Hooper es un realizador bregado en la televisión pero se le agradece enormemente que huya del mortecino tono televisivo para encontrar siempre un estimulante plano que cuente algo más allá de lo que el personaje está diciendo en su texto.

Pero sin duda la baza que redondea el buen resultado de esta cinta son las interpretaciones que contiene. El elegante y excelente Colin Firth nos regala otro gran trabajo que culmina sus anteriores logros en Un Hombre Soltero (Tom Ford, 2009), Dorian Gray (Oliver Parker, 2009) y Génova (Michael Winterbottom, 2008). La encarnación con brillantez de un defecto físico le hace candidato a todos los premios posibles, pero su trabajo va más allá de esta anécdota, permitiéndonos disfrutar muchísimo con la sutileza de gestos, tonos de voz y cambios de presencia corporal para interpretar el progresivo aumento de confianza de un personaje acomplejado que se autoconvence de su capacidad para reinar. Una gozada.

Geoffrey Rush, también promotor y productor de esta película, huye momentánemente de los excesos de su personaje en la saga Piratas del Caribe para regalarnos una de sus especialidades interpretativas, la de la excentricidad controlada en un ambiente poco propicio. Su personaje habla de una nueva era de atrevimiento en una época encorsetada por las costumbres sociales que se vería dinamitada por la Segunda Guerra Mundial, un personaje que entronca directamente con su inolvidable interpretación en Shine (Scott Hicks, 1996) y que anuncia lo que sería el siglo XX, la ineludible llegada de lo público a todos los ámbitos de lo privado: la publicidad, los medios de comunicación, el consumo, la política...

FICHA TÉCNICA DE EL DISCURSO DE REY

Título original: The King´s Speech

Fecha de estreno: 22-12-2010

Web oficial: www.kingsspeech.com/ |

Año: 2010 Duración: 118 min

Director: Tom Hooper

Guión: David Seidler
Intérpretes: Colin Firth, Geoffrey Rush, Helena Bonham Carter, Derek Jacobi, Guy Pearce

Lo mejor:  

- La calidad de todas las interpretaciones huyendo de cualquier manierismo.
- El atrevimiento en el uso narrativo de los encuadres del director
- El guiño de incluir a Derek Jacobi (Yo Claudio), otro famoso tartamudo, en el reparto.

Lo peor:

- Que el arco dramático del personaje de Rush quede empequeñecido por la repercusión del que tiene el personaje de Firth.
- Algún plano innecesario y de regalo a Geoffrey Rush, productor de la película.

Puntuación:

8

Estimulante e imaginativo drama acerca de la superación de un defecto del habla por Jorge VI con unas brillantes interpretaciones y una proyección que va más allá de su concreta trama.



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