“Nunca tuvimos intención de hacer ninguna forma de comentario social”, explica un representante de Nintendo a Associated Press. Tanto da: colectivos de defensa de los derechos gay habían puesto su próximo lanzamiento Tomodachi Life en el objetivo, y ahí el margen para evitar la polémica era más bien escaso. Y es que tanto accediendo como ignorando sus pretensiones, probablemente la controversia habría sido ineludible.
“Quiero poder casarme con el Mii de mi prometido en la vida real”, explica Tye Marini, un joven de 23 años y aficionado a los videojuegos, que mientras planeaba su boda pensó que sería divertido poder hacer lo mismo en Tomodachi Life. Por ello, creó una campaña para presionar a Nintendo y en la compañía optaron por tratar de evitar la cuestión: “Las opciones de relaciones en el juego representan un mundo alternativo para jugar, más que una simulación real”, fue la primera respuesta de Nintendo. No contentó a Marini.
Falta ver si en Nintendo finalmente dan su brazo a torcer, si la polémica crece o si mengua con el paso del tiempo.