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Roberto Benigni y Nicoletta Braschi - entrevistas de cine
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Roberto Benigni y Nicoletta Braschi

Presentan en España El Tigre y la Nieve

Un artículo de Redacción || 02 / 7 / 2006

Hacer humor con el hecho de alguien tropiece con una cáscara de plátano o diga algo gracioso ya no me parece interesante.

¿Cómo se puede conjugar el humor con una situación tan trágica como la guerra de Irak y que el resultado sea tan equilibrado?

R.B.: La tragedia y la farsa, la risa y el llanto, constituyen la esencia de las cosas. Creo que es normal para un humorista extraer el humor del drama. Es lo que hicieron Chaplin, Cervantes o Kafka, y es mi intención. Hacer humor con el hecho de alguien tropiece con una cáscara de plátano o diga algo gracioso ya no me parece interesante. Ahora bien, sí reconozco que es difícil equilibrar las dos facetas, y no sé si lo habré conseguido; es el espectador el que habrá de decidirlo.

En este manifiesto en contra de la invasión de Irak y a favor del amor, nunca vemos otros soldados que no sean los norteamericanos. ¿Se ha planteado el que la película levante ampollas en Estados Unidos por las escenas en las que ridiculiza al ejército estadounidense, mientras se obvian las críticas a los militares españoles o italianos?

R.B.: Bueno, en Bagdad sólo se había desplegado el ejército norteamericano. Además, debemos reconocer que la imagen de la Guerra de Irak está ligada a Estados Unidos, son ellos los que mandan en este conflicto. En cualquier caso, el punto de vista de El Tigre y la Nieve es el de Attilio, y él no juzga a los militares, tan solo cuestiona el sentido de su presencia allí. Hay una escena muy ilustrativa, en la que se establece un paralelismo entre unos jóvenes soldados norteamericanos que duermen con sus armas en el regazo, y Attilio, que descansa a su lado con un matamoscas en la mano (risas). Desde luego, en Estados Unidos la película no ha sentado bien, la han considerado chocante. Curiosamente, no por un posible contenido político, que no lo tiene, sino precisamente por su carácter emocional, por llegar directamente al corazón desvelando con sencillez la vulgaridad y la estupidez de la guerra. Y lo que entra en el corazón ya no sale de ahí. Eso es demasiado perturbador para ellos.

Los españoles y los italianos compartimos cualidades del carácter. Desde nuestro país hemos contemplado con cierta perplejidad las últimas elecciones en Italia. Muchas veces el tema adquiría un sentido de comedia involuntaria. ¿Pasa lo mismo en Italia cuando ven a los políticos españoles?

R.B.: ¡Ni hablar! ¡Zapatero es un ídolo en Italia! ¡Es maravilloso! (risas). Representa todo lo contrario a Silvio Berlusconi. Tuvo el valor de retirar las tropas de Irak, es un reformador social. Su talante es totalmente opuesto al de nuestro ex-primer ministro, un hombre incoherente y veleidoso. Los disparates de Berlusconi nos quitaron trabajo a los cómicos. El colmo llegó cuando quedaban tres semanas para las elecciones. ¡Berlusconi pasaba veinte horas diarias intentando convencernos de su valía, un bombardeo en todos los canales! Aunque sólo sea por no seguir viéndole a todas horas en televisión ya vale la pena que haya perdido las elecciones.

Se comenta que con el cambio político en Italia podría volver a realizar algún programa para la RAI. ¿Es así?

R.B.: Sí, me gustaría mucho, algo popular y divertido, no en plan docente. Aunque aún no hay nada pensado. La televisión ofrece un enorme potencial para el arte y la cultura. El último espectáculo que preparé para el medio, una adaptación de Dante, que los directivos de la cadena pronosticaron sería un fracaso de audiencia, fue visto por quince millones de personas. Todos necesitamos despertar la belleza que hay en nosotros, aunque la televisión tienda a excitar únicamente lo más bajo.


Roberto Benigni y Nicoletta Braschi



Nicoletta Braschi nos recibe a continuación. Su labor como productora de El Tigre y la Nieve, supera con mucho la de simple co-protagonista de la película…

A nivel interpretativo, ¿cómo se afronta un papel como el de El Tigre y la Nieve, que obliga a ejercer de figura serena e idealizada, casi como dique del entusiasmo desbordante de Roberto Benigni? ¿Cómo es su personaje?

Nicoletta Braschi: Abordo el papel de Victoria con una percepción muy profunda del texto, que me permite anclarme a él y a la realidad. La serenidad y el pragmatismo de mi personaje surgen necesariamente de la lectura meditada del guión, que me permite analizar las situaciones con calma. Mi personaje se presenta de una manera diferente a la verdadera: Hay un hilo secreto en la trama que desvela finalmente que la despreocupación y superioridad de Victoria son parte de una máscara que a veces cede ante la ira, la angustia y un dolor que no quiere reconocerse a sí misma y menos aún a Attilio, porque él lo puede desarbolar.



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