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Los Hijos de los Hombres - especial de cine
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Los Hijos de los Hombres

Un artículo de Diego Salgado || 17 / 10 / 2006

Prestando sus rostros al futuro



Como podrían confirmar actores tan diferentes como Gael García Bernal, Daniel Radcliffe o Gwyneth Paltrow, si algo ha caracterizado la carrera de Alfonso Cuarón es el fruto que sabe extraer de sus repartos, lo que ha desembocado en el interés de numerosos intérpretes de prestigio por integrar el de “Hijos de los Hombres”. Los roles principales corren a cargo de Clive Owen (Theo), que para The Hollywood Reporter representa el estandarte de la masculinidad heroica en el siglo XXI por su presencia en este film o en otros como “Closer” o “Sin City”, y de Julianne Moore (Julian), una de las actrices más versátiles y técnicas del cine norteamericano, como prueban sus intervenciones en “Lejos del cielo”, “Hannibal”, “Magnolia” o “Safe”.

Chiwetel Ejiofor, brillante actor de color al que descubrimos en “Negocios Ocultos” y en “Melinda y Melinda”, presta sus rasgos a Luke, activista cuyos conflictos proporcionan a “Hijos de los Hombres” momentos de intenso dramatismo. Mientras que el genial y veteranísimo Michael Caine, ya con más de noventa películas a sus espaldas, es para Cuarón “el centro moral de la película” en su encarnación de Jasper, un traficante de marihuana y dibujante de viñetas críticas que supone en la vida de Theo un oasis ético y emocional.

Un peso importante de la acción recae en cambio sobre los hombros de una actriz de tan solo 19 años y escasa experiencia, Clare-Hope Ashitey, que en el papel crucial de Kee establecerá una relación filial con Theo; y en los de Charlie Hunnam, actor no muy conocido pero con experiencia como secundario en “Cold Mountain”, “La desaparición de Embry”, “Queer as Folk” y “Hooligans” -junto a Elijah Wood-.


La incursión en la CF de una dama del crimen



Aunque “Hijos de los Hombres”, y más gracias a su adaptación cinematográfica, sea en estos momentos la obra más conocida de la escritora Phyllis Dorothy James (1920), no es especialmente ilustrativa de su oficio. James está considerada la sucesora de Arthur Conan Doyle y Agatha Christie en la venerable tradición anglosajona de la novela policial, y su universo creativo cuenta incluso con un personaje tan carismático para sus seguidores como Sherlock Holmes o Hercules Poirot: el investigador Adam Dalgliesh, un viudo introvertido y vulnerable capaz de conjugar una disciplina inclemente en la resolución de sus casos con una delicada sensibilidad para la poesía.

Dalgliesh es para muchos ensayistas un trasunto evidente de James, mujer observadora y discreta que no comenzó a escribir hasta pasados los 40 años, “por necesidad psicológica” según propia confesión, y que mantuvo casi hasta la jubilación su empleo en el Ministerio del Interior británico a pesar del éxito de novelas como “La Torre Negra” o “Un Impulso Criminal”. Su labor en la administración pública constituyó en todo caso una fuente de inspiración para James, pues se desarrolló en servicios forenses, áreas de legislación criminal y departamentos policiales. Sus ficciones presentan así una verosimilitud que se extiende a los personajes, sus motivaciones, y las reflexiones propiciadas por sus actos.

James ha desvelado a sus lectores los secretos para componer una buena novela de género: un escenario aislado, caracteres opuestos obligados a compartirlo, y motivaciones criminales no siempre materiales. Como se apunta significativamente en una de sus novelas, “la emoción más peligrosa es el amor”.

Ciencia ficción y problemas demográficos



Argumentos de “Hijos de los Hombres”, la esterilidad, el envejecimiento y la posible desaparición de la especie son, como en sentido contrario la planificación familiar y la superpoblación, clásicos en la literatura y el cine de ciencia-ficción, género centrado esencialmente en el posible devenir de lo humano.

Sin espacio para lo exhaustivo, recordemos que en el terrible futuro distópico imaginado por George Orwell para su novela “1984” el sexo por placer ha sido prohibido; y que en “Un Mundo Feliz”, escrita por Aldous Huxley, la reproducción está mecanizada. En “La Tierra Permanece” (George R. Stewart) y “La Nube Púrpura” (M. P. Shiel) la extinción humana es un hecho que no afecta al resto de los seres vivos. “La Muerte de la Hierba” (John Christopher) narra cómo una hambruna a nivel global convierte a una familia inglesa de clase media en una banda de asesinos y ladrones. Tanto “¡Hagan sitio! ¡Hagan sitio!” (Harry Harrison) como “Todos sobre Zanzíbar” (John Brunner) tratan con realismo las consecuencias del exceso de población en los entornos urbanos. Y Thomas M. Disch resulta especialmente provocador en “334”, retrato de una sociedad norteamericana que a mediados del siglo XXI ha logrado controlar explosiones demográficas, desigualdades sociales y trabajos penosos, sin que todo eso haga más felices a los seres humanos, rigurosamente administrados y asesorados en cada paso de sus vidas.

En lo que respecta al cine, “Hijos de los Hombres” tiene un antecedente relativo en “Zero Population Growth” (Michael Campus, 1972). En este film, Geraldine Chaplin y Oliver Reed interpretan a una pareja que en un futuro cercano desafía la prohibición de tener hijos, impuesta por las autoridades debido a la contaminación, la escasez alimenticia y los muchos habitantes.

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