Pese a que no convenció a todo el mundo con su versión cinematográfica de Daredevil, el director Mark Steven Johnson incursiona en territorio muy diferente y más complicado en esta su segunda adaptación del cómic. Personaje de culto creado a principios de los 70 por los guionistas Gary Friederich y Roy Thomas junto al dibujante Mike Ploog, la versión cinematográfica de El Motorista Fantasma añadía un par de complicaciones extras a las habituales de toda adaptación desde viñetas. En primer lugar, el aspecto del protagonista. Y es que para que luciese convincentemente su aspecto de esqueleto llameante, ante la imposibilidad de usar maquillaje, el equipo del film tuvo que emplearse a fondo en el terreno de la animación digital, combinándolo cuidadosamente con elementos reales tanto para darle vida tanto a él como a su montura.
El otro escollo fue su complicada cronología, que a lo largo de los años ha conocido versiones distintas dotadas de características y estilos irreconciliables que provocaron discusiones entre los fans sobre cual de ellas seria la elegida. Finalmente Johnson –también guionista- ha optado por contar la historia de Johnny Blaze, el motorista original, pero adoptando el look, la parafernalia y poderes (la cadena mística, la mirada de penitencia) del segundo, creado a principios de los 90. Otro tanto ha sucedido con el argumento, que sigue las líneas maestras de la primera versión pero incluye a personajes como el Cuidador ó Corazón Negro, pertenecientes a la segunda encarnación del héroe.
El guión final, híbrido pues de las dos versiones, nos presenta las andanzas de Johnny Blaze, un motorista acrobático que para salvar a su padrastro vende su alma al demonio Mefisto. Como resultado Blaze abandona a su novia Roxanne y se convierte cada noche en el Motorista Fantasma, un demonio llameante que, a bordo de una motocicleta flamígera, se dedica a devolver al infierno a todas las almas que consiguen huir de allí. Buscando redimirse a sí mismo y usar su maldición para el bien, la oportunidad se le presenta cuando Mefisto le encarga detener a su propio hijo Corazón Negro, que ambiciona el puesto de su padre. Pero la misión no será fácil, sobre todo cuando esta ponga en peligro a su amada Roxanne.
Para encarnar al protagonista, Johnson cuenta con Nicolas Cage, ávido fan de los comics en la vida real y conocedor del personaje hasta el punto de tener un tatuaje del mismo en su brazo derecho. En el resto de papeles encontramos a jóvenes promesas, como Eva Mendes o Wes Bentley (“American Beauty”) en los papeles de Roxanne y Corazón Negro, junto a veteranos del calibre de Sam Elliott -quien da vida al Cuidador, un misterioso enterrador que hace las veces de consejero del protagonista- y Peter Fonda como Mefisto. La incorporación de este último es sin duda todo un acierto a la par que un guiño a los más cinéfilos, pues no deja de ser curioso que Fonda, el motero más famoso de la historia del cine gracias a su labor en films como “Los Ángeles del Infierno” o “Easy Rider”, sea el encargado de dar vida al villano en esta historia de moteros. Moteros infernales, pero moteros al fin y al cabo.
Rodada en Australia con un presupuesto estimado de 120 millones de dólares, Johnson ha sabido rodearse de colaboradores como el director de fotografía Russel Boyd (“Master & Commander”), el diseñador Kirk M. Petrucci (“Blade”) o el músico Christopher Young (“Hellraiser”) para dotar de una atmósfera adecuada a este western sobrenatural con el que busca devolver el lustre al espíritu de la venganza.