Un producto hecho sin demasiada alma, rutinario y con afán recaudatorio.
Señalábamos recientemente, a propósito de Monstruos University, el más o menos evidente declive en las propuestas que nos están llegando por parte de Pixar en los últimos tiempos. Aunque la película que nos ocupa ahora, Aviones, no llega de la mano de dicho estudio sino de DisneyToon (una filial animada de la casa madre que ampara a los chicos de John Lasseter y compañía), está claro que su espíritu sobrevuela –nunca mejor dicho– cada fotograma de esta historia.
Descaradamente creada para atraer a un público infantil que quedó prendado en su día con Cars, su secuela y toda la mercadotecnia asociada a ambos títulos, queda patente que Aviones no asume riesgos y vuelve a presentarnos estereotipos no solo ya vistos en cientos de filmes de animación, sino incluso calcados de la película cuya estela persigue. Eso por no hablar de que los temas tratados tampoco muestran ni un ápice de originalidad, por más que su mensaje principal sea digno de transmitirse a las nuevas generaciones de espectadores: no conformarse con el rol que nos ha tocado vivir en la vida y tratar de realizarnos como personas haciendo lo que más nos gusta hacer.
Con las expectativas a ras de suelo –en un principio este título iba a salir ya en EE.UU. directamente para su comercialización en DVD–, y sabiendo que probablemente ni una mayor implicación de Pixar hubiera logrado buenos resultados, lo cierto es que finalmente nos encontramos ante una cinta modesta, simpática y que incluso es más digerible de lo que Cars fue en su día (no pasa de los noventa minutos).
Obviamente estamos ante un producto hecho sin demasiada alma, rutinario y con afán recaudatorio, pero el público infantil pasará un rato más que entretenido, sin que en el proceso sus progenitores mueran de vergüenza ajena en la butaca contigua: las secuencias más movidas están resueltas con la pericia adecuada, y hay algún que otro toque de humor que logra su cometido. Poca cosa a la vista del ingenio desplegado en títulos como Toy Story o Buscando a Nemo, por supuesto, pero pese a todo hay algo que consigue que hagamos la vista gorda ante un estreno tan prescindible, previsible y soso. Es lo que sucede cuando vas preparado para lo peor, claro está.