Con más de 80 años, Roman Polanski mantiene intactas sus ambiciones cinéfilas. El problema es que también se mantiene de igual forma el viejo conflicto legal surgido de los abusos a Samantha Geimer, 36 años atrás.
Ahora, para el rodaje de su nueva cinta, An Officer and A Spy, quiere viajar a Polonia —y en concreto a Krakow y Warsaw— para rodar escenas que se encuentran con el escollo del tratado firmado entre la Unión Europea y EEUU y por el que fácilmente el país se vería obligado a extraditarlo a suelo americano.
Tras su arresto en Suiza en 2009, el director afincado en Francia persigue ahora que el gobierno polaco le asegure de alguna forma que el arresto no se producirá, situación dudosa que recuerda a la reciente solicitud a la justicia americana, tanto por parte de Polanski como de su víctima Geimer, de que se retiraran los cargos frente a él (y que fue rápidamente denegada).