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La pasión de Mel Gibson - especial de cine
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La pasión de Mel Gibson

Detalles de una producción creyente

Un artículo de MG || 05 / 4 / 2004

Mel Gibson: de actor “pop” a director “Sir”; la importancia del Arameo



Doce años antes del reciente estreno, Gibson había comenzado a investigar documentos y eventos relacionados con la Pasión. En mitad de una crisis espiritual, sus reflexiones particulares sobre “la naturaleza del sufrimiento, el dolor, el perdón y la redención”, todo al hilo de la paz interior que había encontrado en su íntima realización religiosa, se unió a su laureada aportación a la dirección con Braveheart. Si entonces había recreado la escocia del siglo XII para una fantasiosa visión de un guerrero llamado William Wallace, ahora llegaba a un punto en que “quería expresar la magnitud del sacrificio, al mismo tiempo que su horror”.
Con la intención de lograr “una película que tuviera momentos de verdadero lirismo y belleza y un permanente sentimiento de amor porque, a fin de cuentas, es una historia de fe, esperanza y amor”, no dudó en tomar una de las decisiones más curiosas y valientes, la adopción del arameo como lengua en que los intérpretes debían expresarse para dar vida a sus personajes.
De raíz semítica, estrechamente relacionada con el hebreo, hoy día es considerada por algunos lingüistas como una 'lengua muerta', utilizada escasamente en los dialectos de un pequeño número de personas residentes en remotas partes de Medio Este.

Lingua franca de su tiempo, el idioma de la educación y del comercio hablado en todo el mundo, la hacía similar al inglés de hoy día. Por el S.VIII a.c., el uso de la lengua aramea se extendía desde Egipto hasta Asia Mayor y Pakistán y fue el principal lenguaje de los grandes imperios de Asiria, Babilonia y posteriormente del Imperio Caldeo y del gobierno imperial de Mesopotamia. Llegó incluso a propagarse por Palestina, suplantando al Hebreo como lengua principal por algún tiempo, entre 721 y 500 a.c.
Además, como lengua histórica de expresión de ideas religiosas, el arameo está en los orígenes que unen judaísmo y cristianismo. Gran parte de la ley judía se creó, debatió y transmitió en arameo y fue la lengua que formó las bases del Talmud.

Pero toda esta información que refuerza su importancia en el pasado, no eludía el principal problema: cómo resucitar una lengua desaparecida en el Siglo I veinte siglos después.
La ayuda del padre William Fulco, Catedrático de estudios mediterráneos en la Loyal Marymount University -y uno de los más destacados expertos del mundo en lengua aramea y culturas semíticas clásicas- fue decisiva comenzando por su íntegra traducción del guión completo de La Pasión de Cristo al arameo de la primera centuria -para los personajes judíos- y al latín coloquial para los personajes romanos.
Además de la traducción del guión, colaboró como profesor de diálogos durante el rodaje y se mantuvo al tanto durante toda la producción, atendiendo consultas y traducciones de última hora.
Así se solucionaban una parte del problema, pero faltaba otra: la fonética. Para autentificar aún más el uso del lenguaje, el equipo de Gibson consultó a nativos que aún hablan dialectos del arameo para estudiar al detalle la lengua muerta. A consecuencia de todo ello, el reparto internacional completo de La Pasión de Cristo tuvo que aprender unas pautas de arameo en especial sobre este uso fonético, lo que ayuda a entender la rotunda prohibición de que país alguno tomase la decisión de doblar la cinta a su lengua propia.



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