En los últimos años, el cine social sudamericano ha ido reivindicando su sitio en la industria a base de talento y buenas historias. Hablamos de películas como Amores Perros, o Ciudad de Dios. Algunos de sus directores ya han sido fichados por el mercado estadounidense siempre ávido de nuevos talentos. Joshua Martson, director y guionista de María llena eres de gracia es californiano, así que lo tiene a priori más fácil para meterse en el sistema de Hollywood,pero eso ni parece interesarle a él ni al propio sistema. Inscribe esta producción en el mismo género que las anteriores, retratando la dura realidad de las “mulas” o “boleras”, chicas que transportan droga en su estomago para pasarla de un país a otro. Y no se le puede recriminar a Martson el no haber reflejado bien la situación de miseria y desesperación que lleva a estas chicas a jugarse la libertad y la vida, aunque el film acabe fallando en el desarrollo de su historia. En ningún elemento en concreto pero en todo como conjunto.
El resultado final no deja un buen sabor de boca ni da pie a su reflexión a la salida del cine, y eso, siendo una película de denuncia social es un defecto a tener en cuenta.
Es loable sin embargo el interés del realizador por retratar fielmente una situación que el no ha vivido ni visto, más desarrollandose gran parte de la historia en un país y un idioma que no son los suyos.
El personaje protagonista (la María del título) se nos muestra desnudo, con sus aristas y defectos, remarcándolos hasta el punto de llegar a desear a María el peor de los destinos. Bien construido y mejor interpretado por la inquietante Catalina Sandino Moreno, le da un mayor realismo e interés a la historia que se recoge con una estética adoptada decididamente cutre, aprovechando la escasa necesidad sofisticaciones.
La pobreza de las ciudades sudamericanas se compagina con las frías y grises calles de Nueva York, donde se desarrolla la segunda mitad. Todo muy realista, muy sucio, muy falto de luz, al igual que la trama y el conjunto en general.