Una de las mejores virtudes que tiene Lost And Damned es que a pesar de encontrarnos en la misma ciudad de GTA IV, realmente no lo parece. La forma en que la historia integra al jugador nos hace huir del comportamiento habitual que teníamos controlando a Nico Bellic. Ahora somos moteros y lo más increíble es que nos encanta comportarnos como tal, las motocicletas forman parte de nosotros y si hay que robar, que sea otra para nuestro pequeño museo de las dos ruedas.
Lost And Damned nos pone en la piel de Johnny, un cabecilla del grupo motero “The Lost” con quienes ha esperado pacientemente a que Billy, el jefe de la banda, lograra un permiso para salir de prisión.
Ya en la calle Billy no parece tener intención de redimirse, sumergiendo a la banda (y a nosotros con ella) en una espiral de violencia que solo puede acabar mal. La precaria tregua con el grupo de moteros rival “Los Angeles de la muerte” que Johnny había conseguido mantener a duras penas, salta ahora por los aires, arrastrándonos a una guerra de bandas sin cuartel. El argumento, con un peso cada vez más importante como hemos visto en Gta IV, vuelve a ofrecernos una historia interesante, con situaciones inesperadas y giros que sorprenderán al jugador, especialmente con algunos reencuentros “muy especiales”.
El desarrollo obviamente no difiere demasiado en cuanto a nuestras posibilidades, siendo el teléfono móvil nuestra herramienta más importante. Gracias a él podemos solicitar refuerzos a los miembros de la banda, quedar para jugar al billar o visitar algún club, siendo la forma habitual para confirmar nuestro siguiente movimiento. La banda será así una parte muy importante para Johnny, ya que muchas de las misiones las realizaremos en compañía de sus miembros. Durante los intensos tiroteos que nos esperan, la mayoría de las veces resultará muy difícil preocuparse por los demás, pero cuanto más tiempo sobrevivan, más mejorarán sus estadísticas y su eficacia en combate.