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King Kong (1933) - filmoteca de cine
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King Kong (1933)

De la bestia y de la bella

Un artículo de Diego Salgado || 12 / 12 / 2005

En 1925 O’Brien y Delgado trabajan para la First Nacional. Allí colaboran en la realización de El Mundo Perdido, adaptación de la novela de Arthur Conan Doyle sobre una imaginaria expedición que, liderada por el profesor Challenger, se topa en lo más profundo de Suramérica con dinosaurios y homínidos. O’Brien y Delgado animaron hasta cuarenta criaturas diferentes para esta versión cinematográfica dirigida por Harry Hoyt, protagonizada por Bessie Love y Wallace Beery, y presupuestada en un millón de dólares, cifra desorbitada para la época. El clímax de El Mundo Perdido, un brontosaurio suelto por las calles de Londres, es un antecedente directo de Kong, y su influencia llega hasta ayer mismo, como puede atestiguar El Mundo Perdido: Jurassic Park (1997).

King Kong (1933)


RKO 601: King Kong



Al principio del apartado anterior recogíamos cómo Cooper sugirió al productor de la RKO David O’Selznick la aventura fantástica sobre un gorila gigante.

Aun rodándose en estudio, la inversión habría de ser considerable. Para convencer a los ejecutivos de la RKO, O’Brien y sus ayudantes preparan un storyboard de varias secuencias imaginadas por Schoedsack y Cooper, y se ruedan diez minutos de escenas cumbre. También se aprovecha el esfuerzo dedicado a otra película que nunca vería la luz, The Creation, odisea de los tripulantes de un submarino en una isla plagada de monstruos prehistóricos.

Decidido. En la primavera de 1932 arranca, en los estudios de la RKO ubicados en Culver City, su producción número 601: King Kong. Presupuesto, 420.000 dólares (se recaudarían 50.000 en el primer día de exhibición). Once platós. Y reutilización de decorados empleados en Rey de Reyes y El Malvado Zaroff, que posteriormente serían quemados para recrear el incendio de Atlanta en Lo Que el Viento se Llevó.

Se construyen un brazo articulado, un rostro y un pie gigantes. Pero como conjunto Kong es una figura de menos de medio metro; un armazón metálico flexible cubierto con barro, plastilina y pelo de conejo, que será inevitable se mueva extrañamente al aplicar al muñeco la animación fotograma a fotograma.

En cuanto al reparto, las anécdotas más curiosas atañen a Fay Wray, que volvió a confiar en Schoedsack y Cooper, aunque cuando se le dijo que compartiría protagonismo con el hombre más alto y moreno de Hollywood creyó se referían a Cary Grant. Y a Joel McCrea, su pareja en El Malvado Zaroff, que rechaza encarnar a Driscoll, segundo de a bordo en el Ventura, y es sustituido por Bruce Cabot.

Once bobinas. 100 minutos. Todo listo para que se apaguen las luces y comience la proyección…

Lo primero que salta a la vista en los títulos de crédito es que Kong aparece acreditado como una atracción, la octava maravilla del mundo. Lo segundo, que si figuran hasta ocho responsables de los efectos visuales también tiene lugar EPIGRAFE el autor de los efectos de sonido, Murray Spivack. Además, la vibrante música de Max Steiner fue la primera banda sonora original completa para una película. Y es que nos hallamos ante un talkie (nombre con el que fueron llamadas al principio las películas sonoras). Por eso a lo largo de King Kong abundarán los tambores; los gritos desesperados de Fay Wray; los rugidos del gran simio (generados por Spivack mezclando rugidos de tigre y perro e invirtiendo el sonido resultante) y otras criaturas prehistóricas; y, una vez en la ciudad, las sirenas, el tableteo de las ametralladoras y el motor de los biplanos. El sonido y la música de Steiner componen junto a la imagen una sinfonía audiovisual espléndida.

Por lo demás, podemos leer que firman el guión Ruth Rose (esposa de Schoedsack, antigua bailarina de strip-tease a quien se le ocurriría la escena censurada en la época que muestra a Kong despojando involuntariamente a la chica de su ropa) y James Creelman, a partir de una idea de Merian C. Cooper y el novelista Edgar Wallace –fallecido al poco de entrar en el proyecto-. Que firman la fotografía Eddie Linden, Vernon Walker y J.O. Taylor. Y que los decorados fueron habilitados por Carroll Clark y Al Herman.

Cierra los títulos un antiguo proverbio árabe que subraya el tema de fondo de la película: La bestia contempló el rostro de la bella, y su mano no mató. Y desde aquel día, es como si hubiera muerto.



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