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Fast & Furious: Aún más rápido - critica de cine
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Fast & Furious: Aún más rápido

Ley y desorden

Un artículo de Diego Salgado || 06 / 4 / 2009
Fast & Furious

Este tipo de productos merece nuestra atención: su intención confesa por lograr resultados en taquilla hace de ellos medios muy útiles para calar en las corrientes que definen nuestro presente.

De manera soterrada en cuanto a su visibilidad crítica, pues se trata de una saga tan circunscrita a determinado público que muchos de nuestros colegas no han visto ninguna de sus partes, The Fast & The Furious llega a su cuarto título, recuperando para la ocasión a los protagonistas del primero, A Todo Gas (2001): Vin Diesel, Paul Walker, Michelle Rodríguez y Jordana Brewster. Recordemos que Walker era el único de los citados que intervenía en 2 Fast 2 Furious (2003), mientras que Diesel hacía un cameo sin acreditar en A Todo Gas: Tokyo Race (2006).

Ya hemos comentado en varias ocasiones que este tipo de productos merece nuestra atención, siquiera porque su intención prístina de alcanzar resultados aseados en taquilla hace de ellos medios muy útiles para calar en las corrientes que definen nuestro presente. A uno le entusiasman Guy Maddin y Gaspar Noé, pero por mucho que se empeñen las revistas especializadas y los críticos más exquisitos, el cine de los autores citados y de tantos otros dice poco que sea extrapolable a nuestra realidad, por haber sido creado de espaldas a sus fundamentos básicos. Se trata de un arte que se limita a reflejar las idiosincrasias y referentes intransferibles de sus responsables, así como las tendencias ideológicas de las infinitas instituciones públicas que apadrinan y subvencionan su ejemplarizante realización. Tendencias ajenas por completo a lo que viven, sienten, piensan y sueñan los millones de personas que se arremolinan en cambio a diario frente a la telebasura, los multicines de extrarradio, los videoclubs improvisados entre amigos y sus consolas, para abandonarse a placeres por los que no se sienten en absoluto culpables.

En concreto, The Fast & The Furious y sus continuaciones han dado voz cinematográfica a esa cultura suburbial de coches tuneados, drogas de diseño y macrofiestas en las inmediaciones de polígonos industriales que uno sólo ha atisbado en programas televisivos, pero que cada fin de semana practican millones de jóvenes a quienes nuestras maravillosas “normas de convivencia” apenas han permeado. El fracaso inapelable de las mentiras que sustentan todo un sistema clama al cielo entre esos chicos cuya única forma de rebelión, inconsciente y acrítica, pasa por transformar las piezas del engranaje que ha alienado a sus mayores (la mecánica, la química, el deporte) en formas de expresión propias (motores modificados, drogas sintéticas, grafitis, vestuario descontextualizado) que dan cuenta de la velocidad y la furia con que buscan escapar al mediocre destino al que, inapelablemente, están abocados —aquí convendría anotar que el guionista de Fast & Furious: Aún más rápido, Chris Morgan, estuvo implicado asimismo en Wanted, cinta que trataba temas similares—.

Bajo su esquema básico y reiterativo de película de gangs criminales y policías encubiertos, excusa para desplegar tres magníficas secuencias de acción automovilística (que evolucionan además estilísticamente desde el modelo hiperfísico de En Busca del Arca Perdida y Mad Max II al virtual —ya sugerido por Rob Cohen en el primer film— de Star Wars: Episodio I o la nueva Death Race), Fast & Furious: Aún más rápido ha sido muy inteligente al recuperar los personajes de Dominic Toretto (Diesel) y Brian O’Conner (Walker), quienes ejemplifican la tensión descrita entre rebeldía y adaptación. Aunque las motivaciones para su regreso no hayan sido otras que las crematísticas, se produce un curioso contraste entre cómo abordaban sus actividades el ladrón y corredor ilegal Toretto y su perseguidor, el agente del FBI O’Conner, en 2001, y cómo lo hacen ocho años después. Si en A todo gas su rivalidad inicial y posterior amistad tenían lugar en una atmósfera de juego posadolescente, en Fast & Furious: Aún más rápido late un considerable poso de amargura y decepción. Toretto descubrirá que su estilo de vida libre de ataduras tiene un precio muy alto, y O’Conner que su sumisión al orden establecido le ha hecho abdicar de lo mejor de sí mismo.

Por ello, pese a que la estructura de la película es idéntica a la de las previas, pese a que se repitan los clichés machistas y horteras, a que su visionado quede reservado en definitiva a los fieles al cine de evasión menos sofisticado, no se le puede negar a Fast & Furious una cualidad crepuscular que subraya, aunque en apariencia pueda parecer lo contrario, ese final que la emparenta con el universo del western y las road movies a que tan afecto ha sido siempre el cine norteamericano. “Aquí termina mi jurisdicción”, comenta O’Conner a Toretto en un momento clave del film. “Aquí comienza la mía”, replica el delincuente. La balanza se desequilibra finalmente a favor del platillo que nunca contará (pese a las timoratas advertencias presentes en los créditos finales) con el apoyo de la Dirección General de Tráfico, pero sí de Butch Cassidy y el Chico de Sundance, Bonnie y Clyde, o Billy y el Capitán América. Aunque la diferencia entre sus predecesores y O’Conner y Toretto resida en que, para los últimos, ya no exista una escapatoria siquiera utópica a esta pesadilla de aire acondicionado, a esta isla de cemento en que nos agolpamos todos, salvo la del eterno retorno esquizofrénico al volante del sistema al que desean renunciar.

FICHA TÉCNICA DE FAST & FURIOUS: AÚN MÁS RÁPIDO

Título original: Fast & Furious

Fecha de estreno: 06-04-2009

Web oficial: www.aunmasrapido.es |

Año: 2009 Duración: 107 min

Director: Justin Lin

Guión: Chris Morgan, basado en los personajes creados por Gary Scott Thompson
Intérpretes: Vin Diesel, Paul Walker, Michelle Rodriguez, Jordana Brewster, John Ortiz, Laz Alonso.

Lo mejor:  

-No engaña a nadie (como sí lo han hecho recientemente Pedro Almodóvar, Clint Eastwood o Fernando Meirelles).
-Michelle Rodriguez, nuestra debilidad.

Lo peor:

-No escapa a la rupestre fórmula que ha propiciado su realización.

Puntuación:

5

Si se tienen en cuenta sus innumerables condicionantes de producción, una película más atractiva de lo esperado.



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