De origen libanés, formado en la Emerson School de Boston, a los 26 años ya estaba dirigiendo este, su primer largometraje, con Robin Williams, James Caviezel y Mira Sorvino. Comparado por su buen hacer con otro fenómeno como Shyamalan, llega a la cartelera con una historia de ficción en que la tecnología permite grabar los recuerdos de las personas para hacer vídeos de sus vidas.
Tratando el poder del montador, siempre partiendo de tu experiencia en el cine ¿hay alguna posible analogía con lo que sucede en una película con la figura del productor?
Sí, el carácter principal es un montador, y a la vez tiene algo más, algo propio de un director y algo de un productor. Afortunadamente yo he tenido un muy buen productor. Confiamos mutuamente y en mi caso me dejó hacer la película que yo quería, y eso fue muy valioso. Sugería muy buenas ideas, pero lo hacíamos como un equipo, y ayudó mucho a la hora de elegir diseño de producción, actores... Robin Williams por ejemplo... Creo sinceramente que una de las labores del director es la de rodearse de gente, escuchar ideas y sugerencias, y de ahí elegir las que le parezcan mejor.
Para el tipo de cine que haces en esta película, en el género en el que está, ¿cómo valoraste la posibilidad de hacer una película tramposa o de un final rebuscado?
No... el final como está ya tiene algo de transgresor, hay una ruptura de algunas reglas. Sí es curioso cuánta gente me ha sugerido sus propias teorías, algunas verdaderamente insólitas e interesantes, de lo que consideraban que iba a acabar siendo o podría acabar siendo, qué habría pasado en caso de tomar determinadas decisiones... es algo que me gusta, demuestra que la película no se quedaba sólo en su argumento...
Hablando de finales con giro, supongo que alguna que otra vez te habrán comparado con Shyamalan, ambos habéis acabado muy pronto en una industria muy fuerte teniendo orígenes de fuera de EEUU...
Realmente admiro a Shayamlan y de hecho tenemos al mismo director de fotografía (Tak Fujimoto), tenemos nuestras similitudes puesto que como dices ambos venimos de fuera y hemos acabado en Hollywood, aportando nuestros propios puntos de vista, diferentes en algunos casos, y siendo bastante jóvenes.
Robin Williams, considerado mucho tiempo una especie de payaso de películas de buen corazón, vuelve a desenvolverse muy bien en un papel diferente como recientemente hizo en Insomnia. ¿Era la opción inicial?
La verdad es que mientras escribía no tenía a nadie en mi cabeza para interpretar a Alan Hackman, sí pensaba probablemente en alguien más joven, quizá de 35 años y rasgos más frios, pero más edad también repercutía en más experiencia y eso le venía bien al personaje. Lo que está claro es que Robin tenía la capacidad para sacar su química, dio vida al personaje que yo había creado de forma mejor de la que yo había imaginado.
Al principio de su carrera él hizo papeles más serios de los que ahora recordamos, y también creo que en su faceta cómica, todos los cómicos, tienen un lado dramático. Hay algo triste siempre en ellos.