La coincidencia de fechas entre el Summercase y el FIB de este año, ha dado lugar a una batalla abierta entre los dos festivales, recogida en todos los medios a través de un baile de cifras (del que ha salido perdiendo por poco el Summercase). En Fanzine Digital preferimos centrarnos en lo que realmente importa, en el cartel musical y la música que propuso el Summercase durante el 18 y 19 de Julio en su particular puente aéreo.
Sábado 19 de Julio
Los destapes
No, no se trata de la cantidad de chicas con pocos atuendos que desfilaban por el público, sino de un conjunto de grupos con debut prometedores y que se probaban encima de los escenarios. Pete and the Pirates empezaron con buen pie y prepararon el terreno para los Mistery Jets, cuyo líder iba lisiado, pero para él no fue ningún impedimento para ofrecer buenos momentos musicales, con algunos sencillos que podrían funcionar de forma perfecta entre el gran público.
A primeras horas de la tarde Peter Von Poehl sorprendió a extraños y conocidos con un recital más rockero, con toques jazzy, y en dónde sobresalía la voz de Von Poehl. El cantautor folk se supo rodear de una gran banda para hacer uno de los mejores recitales de todo el festival.
La veteranía revolucionaria
The Stranglers (grupo new wave y de incursiones punk formados en el 74) hizo un escueto pero potente directo. Los ingleses mostraron su buen momento de forma, quizá dieron demasiada relevancia, en momentos puntuales, a los riffs de guitarras. Pero memorables quedaron sus versiones de “Walk on by”, y “All Day and all of the night” de los Kinks. También hubo espacio para sus propios éxitos como “Golden Brown” o la brocha final de “No more heroes”. Al cabo de una hora subieron al escenario otros ingleses que revolucionaron el panorama musical, los míticos Sex Pistols, liderados por el showman Johnny Rotten, vinieron con las pilas recargadas, y dispuestos a dar guerra sin mensajes apolíticos de por medio. A pesar de las payasadas y groserías simplonas del cantante, los Sex Pistols parecen haber sufrido una mejora importante en su sonido. Ahora suenan mucho más compactos, pero igualmente potentes y electrizantes, que en su época anárquica. Rotten mantiene su capacidad de alboroto y de energía desbordante, hasta el punto de que hicieron uno de los conciertos más largos que se recuerdan en un festival similar (1 hora y 30 minutos aproximadamente), incluyendo dos bises. Como era de esperar el público disfrutó con los emblemas punk “God Save the Queen” y “Anarchy in the UK”. Una de las sorpresas más gratas del festival
Cruces electrónicos
El último día dejó buenos apuntes de electrónica y caminos entrecruzados con el indie-pop. Como el concierto vibrante y bailongo de los CSS. Este grupo brasileño supo coronarse entre los asistentes con su mezcla de sonidos que van desde el pop, el electro y sonidos de favela. Su techo musical lo lograron con la canción “Alala” para su cierre, que llenó de entusiasmo bailongo a los que lo vivieron.
Mientras que el gran público presenciaba el concierto de los ya habituales y cansinos Kaiser Chiefs algunos pudimos estar en la sesión de The Requesters. Si el grupo barcelonés hubiera nacido en cualquier país que no fuera el nuestro, ahora mismo estarían dando guerra a los mismísimos Justice (dejémosles algo de tiempo porque seguro que dan de hablar). Los privilegiados que se congregaron como fans devotos en las profundidades abrasadoras de la carpa Levis, pudieron gozar del sonido frenético que construyen Oriol y Aleix, los cuáles supieron controlar los ánimos de la gente de una forma admirable. La euforia medio contenida hasta el momento, quedó completamente destapada ante un temazo como “Warriors”.
Tras quedar exhaustos en cuerpo, pero frescos en mente, la mayoría (los que aún les quedaba algo de energía) fueron a la sesión de Tiga. El cuál llenó por su nombre pero quedó en evidencia con su zapatilla contundente, más propia de una rave que de un festival.
El Summercase del 2008 ha sido un festival con un nivel musical algo inferior a otros años. Sinnamon sigue apostando por grupos indie de rabiosa actualidad, con pequeñas propuestas más o menos arriesgadas o de calidad, y asegurándose la presencia de viejas glorias o formaciones míticas que justifican, de por sí, el pago de las caras entradas. Sería interesante mantener la cuota de grupos de gran calibre, y volver a los buenos niveles de música electrónica logrado en ediciones anteriores. Uno abandonó la edición de antaño con la sensación de que la música ya no era lo más relevante del festival, sino que lo importante era haber estado allí, y usar el festival como pretetxo para la fiesta y el desenfreno.