No cambiará el rumbo del rock, tampoco es uno de los mejores trabajos de los irlandeses ni mucho menos sorprenderá a los más críticos. Pero sí motivará a sus seguidores.
Han sido necesarios cinco años para que la banda irlandesa U2 lanzara su último trabajo desde que lo hiciera con How to Dismantle an Atomic Bomb, pero han transcurrido veintidós para volver a escuchar los sonidos más personales de los británicos con No Line on the Horizon.
Bono, líder y vocalista del grupo, confesó hace más de un año estar grabando el disco más ruidoso y bruto de la discografía amplia de la banda, y así ha sido. Un disco cañero, con grandes ritmos, que invitan al movimiento circular-giratorio de cuello en estado de éxtasis, pero con un sonido muy made in U2.
Lleno de riffs clásicos, hacen que con sólo escuchar un punteo del virtuoso The Edge ya se podría adivinar de qué grupo se trata. En estas más de tres décadas de carrera, la banda ha conseguido que la voz de Bono, un tanto agónica en sus últimos conciertos y algo más decente en estudio, y el sonido de fondo de Larry Mullen, Adam Clyton y The Edge suenen a especial, único e inigualable.
El nuevo LP arranca fuerte, potente, con una guitarra directa, y un bajo acoplado a la batería conjuntando un conjunto perfecto. Una buena manera de abrir la realizan con el título que lleva el mismo nombre: No Line on the Horizon. Magnificent, la segunda pista, suena mucho a New Years day, uno de los clásicos de su tercer álbum y obra maestra, War. Las tres siguientes vienen con una mezcla del penúltimo trabajo de la banda irlandesa y ápices de su sonido ochentero.
Con los dos temazos que vienen tras ellos harán reventar los altavoces de la fuerza con la que salen las notas. A Bono se le ve cómodo interpretando rock and roll de nuevos tiempos, empañado con retoques souleros y funkyes, en Get on your Boots y Stand up Comedy. Sin lugar a duda, esta última la mejor canción de las once que comprenden el CD.
La mano del productor Brian Eno, ex de los Roxy Music, también se ha hecho eco. La clave está en el ambiente y suavidad que se crea cuando la música va in crescendo, algo en lo que Eno ha trabajado mucho desde que es productor. De hecho, Cedars of Lebanon, canción con la que se cierra, la firmaría el propio inglés en cualquiera de sus álbumes de estudio.
En definitiva, No Line on the Horizon no cambiará el rumbo del rock, tampoco es uno de los mejores trabajos de los irlandeses ni mucho menos sorprenderá a los más críticos. Pero sí motivará a sus seguidores, ya que recobran su sonido más clásico y personal.