Klein es un caso aparte. Su condición de alquimista la permitirá generar objetos o magias mediante el uso del maná, fabricando objetos curativos, ofensivos o de estado. Claro que para ello, antes deberá haber recolectado el maná suficiente. Y esto no es demasiado complicado, ya que todos los elementos del mapeado están compuestos por maná. Aunque no solo servirá para invocar ataques, sino que más avanzado el juego podremos topar y controlar a criaturas del maná, capaces de abrir nuevos caminos, e incluso podremos asignar el maná a nuestros personajes para que adquieran nuevas habilidades o aumenten sus características.
Combates a la vieja usanza
Los combates recuerdan a Final Fantasy X de manera atroz. Se suceden de manera aleatoria al movernos por las mazmorras o el mapa del mundo, y presentan a tres personajes luchando al mismo tiempo, con un menú de comandos encima de cada uno de ellos: atacar, técnicas especiales, objetos, huir, pasar turno, o cambiar al personaje por otro de la reserva. Los parámetros destacables para la lucha son la fuerza, velocidad, defensa o evasión (¡como si de un Pokémon se tratase!), y los cambios de estado hacen que la lucha gane más factores a tener en cuenta (¡ídem!).
Las victorias se verán recompensadas con los clásicos puntos de experiencia y la subida de niveles. Según el maná que el personaje posea en ese momento, adquirirá puntos que permitirán mejorar sus habilidades y técnicas en combate. Un sistema de mejora que parece extraído y combinado de diferentes títulos de la saga Final Fantasy, como las Materias de FF VII o el sistema de afinidad con las criaturas de maná, que recuerda al de los eones de FF VIII.