Un modus operandi que a muchos les recordará al de la intentona Final Fantasy XII.
En los juegos de Dragon Quest los monstruos no eran simplemente nuestros enemigos, sino que también podían convertirse en nuestros aliados en condiciones especiales. En la única entrega que hemos podido disfrutar en versión PAL, Dragon Quest VIII: el Periplo del Rey Maldito, una de las subtramas consistía precisamente en formar un equipo de tres monstruos para competir en torneos organizados en una Arena de Batalla, mejorando sus niveles mediante la experiencia en combate real. Una adhesión al argumento principal que añadía unas cuantas horas a la ya de por sí prolongada vida del disco.
Monsters explora mucho más en ese mundo de entrenamiento de criaturas y competiciones entre criadores, que algunas asociaciones de padres airados e instituciones con demasiado tiempo libre no han dudado en tildar como ‘expresión de la violencia urbana’ y ‘recreación del maltrato animal’. Pero el género no se ha marchitado desde la creación de Pokèmon, allá el año 1996. Precisamente en la misma consola de nacimiento, Game Boy, aunque dos años más tarde, vería la luz el primer cartucho de Dragon Quest Monsters, al que sucedería una continuación en 2001, y una tercera entrega en 2003, apodada Caravan Hearts y lanzada para Game Boy Advance. Por supuesto, ninguna de las tres llegó a nuestras manos, aunque los dos primeros si fueron editados en el mercado USA.
Ahora, dos años después de su salida en el País del Sol Naciente, Dragon Quest Monsters Joker se nos presenta sin más tarjeta de presentación que la de Dragon Quest VIII para PS2. Parece que esa es nuestra frontera temporal con el mercado internacional, y cada vez se amplía más. Estuvimos un año a la espera de Final Fantasy XII (aunque fuera una espera infructuosa, para lo que resultó el juego), aunque The World Ends with You, el próximo gran estreno de Square-Enix, solo nos llega con ocho meses de Jet Lag. De otros derivados de la misma empresa, como Rocket Slime o los remakes de antiguos Dragon Quest, mejor ni hablar.
Me he dejado las PokèBall en casa
Pero más allá de los enfados pasajeros nos encontramos con un título a la altura de las expectativas de cualquier jugón nintendero, forjados como están en retos de más de cien horas de combates por turnos. Joker es la evolución de la subsaga Monsters, adaptada a las condiciones de Nintendo DS: dos pantallas, y la posibilidad de aplicar 3D. No defrauda en ninguno de los dos apartados, con una sintonía adecuada entre los gráficos de juego, mapeados y menús de combate, como se espera de cualquier título decente de la portátil. Y la historia no es más que la excusa para lanzarnos al entrenamiento de bichos lo más rápidamente posible: nuestro héroe, mudo y sin nombre (todos los protagonistas de Dragon Quest tienen un grave defecto de personalidad), es encarcelado cuando trata de meterse en un circuito de competición de monstruos. Es liberado diez días más tarde y coaccionado a acudir al enfrentamiento con la condición de actuar como espía para una organización llamada CELL, cuyo líder se hace llamar Gefner y es a su vez el padre del protagonista. El objetivo del viaje es hacerse con las piedras Tenebrum, en un proceso similar al de la adquisición de Medallas Pokèmon en los distintos gimnasios, salvo que en esta ocasión deberemos recorrer las siete islas del Archipiélago Viridis a bordo de una moto de agua hasta alcanzar el Desafío de Reclutamiento y alzarnos con la victoria final.