He disfrutado de un presupuesto pequeño, y de un equipo técnico compuesto en gran parte por meritorios.
Una vez vista la película, lo primero que llama la atención es la naturalidad y madurez con la que has resuelto el papel principal, que oscila entre registros emocionales variados. ¿Son las características que definen ahora mismo tu postura ante la interpretación?
Desde hace un tiempo estoy aprendiendo a vivir la interpretación independientemente del resultado. Empiezan a no importarme los presupuestos de las películas en las que intervengo, o sí harán dinero o no en taquilla. Me interesa más aprender algo en el proceso. Soy un actor esponja, experimentado por llevar actuando muchos años pero sin una especial atención por la técnica: mi aprendizaje es vital, y creo que eso ha contribuido a hacer más humano al personaje de Teo.
El papel escrito por los guionistas Javier Muñoz y Salvador Madrid es muy agradecido, y tú has llegado a comentar que te había servido como tuneo a nivel personal…
Sí, al tratar la película un tema como el tuning, poco y mal tratado en los medios, y ligado a la gente joven, he tenido la oportunidad de reciclar mis propias creencias como actor. Con los años se relativiza la obsesión por obtener réditos de tu trabajo y satisfacer al público. Rodando La Semana Que Viene… he disfrutado de un presupuesto pequeño, y de un equipo técnico compuesto en gran parte por meritorios. Yo les he aportado, evidentemente, mi experiencia; ellos a cambio me han hecho recuperar con su energía y su ilusión el sentido del cine como aventura. He intentado romper así los esquemas de anteriores experiencias más formales, por así decirlo, en cuanto a interpretación y producción.
A propósito de estas características de producción que comentas, ¿cómo ha sido tu relación con el productor Antonio Pérez y el realizador Josetxo San Mateo, escogido para el proyecto por ser, en palabras de Pérez, un “director de la calle” ?
Cuando se empezó a preparar La Semana Que Viene, tanto Antonio Pérez como Josetxo se desvelaron elecciones perfectas. Josetxo especialmente está muy dotado, como demuestran sus anteriores películas, Bailame el Agua o Diario de una Becaria, para lidiar con circunstancias complicadas. En esta ocasión disfrutó de más de seis semanas para la filmación, cuando lo usual es disponer de cuatro. Eso además nos dio tiempo a todos para familiarizarnos con la técnica de la alta definición en que está rodada la película. Y Josetxo llevó las riendas estupendamente, lo que es difícil considerando que es, por encima de todo, una buena persona.