A lo mejor los cineastas y los académicos todavía no son conscientes de la distancia que hay entre ellos y el público. Que se den una vuelta por internet.
Se aprecia en ti una libertad enorme a la hora de trabajar.
Y no solo respecto a las películas, sino en todo. Hay que tomarse las cosas de otra manera. La edad te permite romper corsés y arriesgar. Creo que el espectador va a notarlo y lo agradecerá.
Esa postura es muy opuesta a la que rige por lo general en el cine español, obsesionado con el público, con las justificaciones, con las poses políticamente correctas.
España fue uno de los países europeos que más tarde entró en la política de las subvenciones, y durante un tiempo tuvo validez el carácter reivindicativo de las películas y sus creadores. Al fin y al cabo se estaba creando prácticamente de cero un nuevo tipo de cine. Pero esa obsesión por manifestar perpetuamente una crisis, por hablar del cine norteamericano, está trasnochada y además implica muy poca autocrítica. Con todo, eso no es tan importante como algo definible de falta de amor verdadero por nuestra actividad entre nosotros mismos. Echo de menos en la Academia de Cine, entre los profesionales, testimonios, documentales enfocados desde un determinado planteamiento que sacasen a la luz nuestras experiencias, que sin duda atraerían a los espectadores a nuestro cine. Sin duda, hacemos mejores películas que las tareas de promoción o las entregas de premios.
Te refieres a la última entrega de los Goya.
Cuando se entregan los Goya no estamos asistiendo a un acto de la Real Academia de Bellas Artes. Estamos poniendo en escena a una industria, que depende de un público. Si eso se entendiese de una vez por todas, seguramente este tipo de actos se encargarían a alguna empresa especializada. Por otra parte, la conexión con el público está muy relacionada con la edad de los propios artistas. En la famosa noche de los Goya, el único premiado de edad similar a la que tiene el grueso del público actual fue Óscar Jaenada, que no por causalidad fue prácticamente el único que agradeció su premio también a los espectadores. Los hombres y las mujeres del cine español debemos ser un referente real para el público, de manera que cuando llegue el momento de hacer historia ésta tenga algún sentido.
La desconexión del cine español con el público es evidente.
Insistir en que el cine español es muy bueno o darle la murga al espectador es muy fácil, y lo peor es que no tiene ningún sentido. A lo mejor los cineastas y los académicos todavía no son conscientes de la distancia que hay entre ellos y el público. Que se den una vuelta por internet, por muchos blogs, y comprobarán la agresividad que despierta esa distancia. Tampoco podemos negar que hay una parte de la opinión española, más bien ligada a la derecha, que ha declarado culpable a nuestro cine y no va a dar nunca su brazo a torcer.
Si al menos estas polémicas calaran entre los jóvenes…
Claro, a la mayor parte del público le son indiferentes. Lo que le interesa es ver una buena película. Por eso hay que insistir con la promoción, hay que jugársela con lo que uno oferta, y hay que respetar el criterio del espectador.
Nos hemos enterado de que te has aficionado al tuning hasta el punto de gastarte 30.000 euros en personalizar la tapicería de tu coche. ¿Cómo ha quedado?
¡Fenomenal, muy elegante! (risas) El tuneo me lo hicieron como regalo los chicos que nos asesoraron durante el rodaje de La Semana Que Viene. Yo había comprado un coche un tanto especial, para una época, dos años, en la que tuve que ir protegido y llevar escolta, y el modelo era difícil de modificar. Pero conté con un genio del tuneo y la verdad es que he quedado encantado con el resultado.