Cooper

Haces un pop sencillo y ligero, pero tu imagen es de mucha seriedad, nada frívola, contrastando poderosamente la gran mayoría de figuras del pop, generalmente más mediáticas y payasas.
Es que yo soy serio. De todas formas, yo no creo que elijamos lo que somos. Cada uno es como es. Entre mis amigos tengo fama de gamberro y de estar diciendo bobadas todo el día, pero en determinados ambientes soy más serio. No respondo al prototipo de artista pop que quiere hacerse famoso y que hace esfuerzos para agradar.

¿En el futuro recuperarás alguna canción más de Los Flechazos (como hiciste con Quiero regresar)?
No, no creo. Aquella versión tampoco aportaba mucho, salvo el recuerdo. La grabamos para un recopilatorio de un fanzine y luego la incluí en Retrovisor. Pero, como te decía antes, es una de esas canciones de las que tienes que desembarazar para tirar hacia delante y hacer la música que realmente quieres hacer. Quiero regresar es una canción que está muy bien para un chaval de 21 años, la edad que tenía cuando la compuse, y de esa época es de las que más me gusta tocar, pero de todas formas tengo muchas canciones que me apetece tocar antes que esas. La pena es que hay un tipo de público que va a los conciertos esperando escuchar esas canciones de hace quince o veinte años, y me parece que se están perdiendo otro tipo de sensaciones que están en Cooper, y creo que esa sensación de estar siempre fuera de tiempo debe ser muy frustrante.

Sigues metiendo muchas referencias cinematográficas, esta vez con la inédita La edad de la inocencia). Como buen cinéfilo, ¿qué películas te han gustado últimamente?
Qué va, no soy nada cinéfilo, eso es cosa de la hoja promocional de los chicos de Elefant, que me meten en unos líos... Ni siquiera he visto La edad de la inocencia. Simplemente era una frase que me gustaba, y apenas sé que es una película de Scorsese basada en una novela. Mi interés por el cine es como el que tengo por muchas otras disciplinas, pero yo si soy algo soy melómano, me gusta la música y es de lo único que sé un poco. En cuanto al título de esa película, lo puse porque posee el atractivo que tiene eso que Kiko Amat llama “los años del frescor”, esa inocencia que se va perdiendo con el tiempo. Pero bueno, me di cuenta de que entre La edad de la inocencia, El círculo polar y las canciones del EP Días de cine aquello parece más una revista de cine que un libro de viaje.

¿Qué discos (actuales o clásicos) te traen de cabeza ahora mismo?
Me han pasado el disco de Tachenko que recopila los dos primeros álbumes en Grabaciones en el Mar, con un dvd, y no paro de escucharlo en casa. El último disco más actual que estoy escuchando es el de The Last Shadow Puppets. Pero a veces me llegan los discos muy tarde y no suelo escucharlos cuando están más recientes. El año pasado me gustó muchísimo un grupo que se llama The Jellybricks, pero me enteré que el disco ya tenía tres o cuatro años.

¿Cómo está la escena musical en León ahora mismo?
No lo sé, porque salgo bastante poco por aquí. Mario y Dani (de Cooper) tienen un grupo llamado Radiocrash, pero llevan cinco años con el disco y aún no lo han terminado.

¿Cuál es la etiqueta más tonta que te ha puesto (a ti o a tu música) algún crítico musical perezoso?
Me da muchísima rabia tener la sensación de ser tan malinterpretado, pero lo acepto porque sé que me explico fatal. El problema que veo que tiene la música que hago yo es que pertenezco a un tiempo que se ha acabado, a una escuela o una forma de entender la música que ya no existe. No sé si es pop o rock, por ejemplo, y todo el mundo se empeña en definirlo. Pero con Cooper todas las etiquetas resultan inapropiadas. Los indies más radicales escriben en los foros poniéndonos a parir, diciendo que no somos indies, y los mods ya ni te cuento... Y la gente del rock n’roll no comulga con nosotros. Yo personalmente soy bastante anti-rock, aunque luego nos ves en concierto y tampoco somos shoegazers, sino un grupo bastante “rockero” en directo, sin ser nuestra música así. Así pues, es un barullo tremendo. Y ya al final del todo, cuando dicen que soy el Paul Weller español... ¡Apaga y vámonos! (risas) Creo que me pasa como a José Ignacio Lapido y gente así, que somos de otra época. A mí no me parece raro salir a tocar con traje, porque llevo desde los 16 años haciéndome ropa en el sastre, pero sé que eso ya no es normal. Por alguna extraña conjunción de los planetas, en mi caso parece la música que hago sigue estando de actualidad, aunque en realidad no lo esté. Formo parte de una escena donde no cabría de forma natural, pero sí que entro por vínculos personales. Toco en todos los festivales de música pop, la gente de esos grupos son amigos míos, escucho su música y me encanta, pero en cierta manera no formo parte de eso.

¿Sigues sintiendo ese gusanillo antes de saltar al escenario? ¿Los años y la experiencia no sirven de nada en ese aspecto?
Sigo sintiendo la misma excitación y me gusta mucho salir a tocar, pero me siento bastante más seguro que hace tiempo. Domino más la situación que antes, y esa seguridad no me impide disfrutar de cada momento que paso encima del escenario, como si fuera un momento único e irrepetible. Lo bien que me lo paso tocando en directo contrasta poderosamente con lo aburrido que estoy en un estudio de grabación o cuando hago un videoclip, dos cosas que me aburren bastante. Estar encima del escenario es algo mágico.