Volviendo al control y la dificultad, los primeros circuitos que son más rectos –apenas con dos curvas– nos permiten probar nuestra capacidad para calcular cuándo reducir y hasta qué punto hacerlo. El frenado seco puede no ser suficiente vista la previa ansia de acelerar más que hace de su sensación de velocidad algo contraproducente.
Respecto a la IA, en varios tramos repite técnicas muy vistas en los juegos de este corte. Haciendo la mejor carrera de nuestra vida el grueso de los pilotos no se aleja excesivamente, mientras que si demostramos reiteradamente nuestra incompetencia, siempre estaremos a punto de, al menos, acercarnos a la cola y ver a quién debería estar doblándonos.
Lo que sí es interesante y remarcable es que los 3 grados de experiencia van reduciendo paulatinamente ayudas de la CPU. El modo principiante desactiva la posibilidad de los caballitos, en tanto el intermedio modera las ayudas para desaparecer en nivel de expertos. Ya en esa categoría, la configuración de la moto será más precisa pues en largas carreras exige un repostaje cuya medida podemos preconfigurar, así como la composición y presión del neumático, la relación de transmisión y suspensión o el habitual cambio automático o manual.
Sus opciones en conjunto responden a un cruce de simulación y arcade que tiene su punto más fuerte en lo exclusivo del circuito y en las sensaciones de velocidad que precisan de bastante práctica para no acabar vez tras vez besando el asfalto.
Aunque eso sí, hay que probarlo inevitablemente en varios golpes.