Sheldon Cooper se enfrenta a una de esas cosas que le irritan hasta la médula: los cambios. Para el personaje de The Big Bang Theory ciertas cosas son ya inaplazables, y por mucho que lo intente, la encrucijada lo ha engullido y le obliga a decidir.
Jim Parsons como el actor que le da vida, participa de las mismas dudas que el resto de la audiencia sobre el rumbo que aguarda al personaje, y se plantea cómo sería tras el desenlace de la séptima —que sin profundizar en spoilers en apariencia imponía cambio de rumbo—: “nunca había pensado en ello, pero es cierto, podría volver a casa inmediatamente, ¿no?”, comienza en una entrevista con TV Line a propósito de si Sheldon viaja o vuelve a su casa. Después revela cómo se dirigió a los jefazos de la productora para preguntar qué hay en el futuro inmediato de su personaje, pero “nadie me dijo nada, no sé ni si ellos lo saben; pueden saberlo, pero yo no sé si lo saben…”.
A la hora de especular, él mismo indaga en la relación con Amy y explica que “no sé si nos dirigimos a la cama o al altar en algún momento próximo, pero tanto da, los guionistas han sido tan buenos a la hora de establecer un ritmo que todo lo que tengo que decir es que nos den más”. Sea como sea habrá que esperar… y tendrá que hacerlo el propio Parsons, cuyo personaje podría verse obligado por exigencias argumentales a alterar algunos de sus rasgos esenciales y que han constituido su mayor atractivo. Algo que a su vez nos lleva a preguntas inevitables: ¿Sería lo mismo The Big Bang Theory con todos sus personajes emparejados? ¿podría aguantar mucho tiempo el ritmo de comedia impuesto hasta la fecha?