Tanto el iPhone como el iPod Touch como variantes de un mismo producto, han alcanzado un éxito incuestionable. Primero como gadget cool referencia en diseño, después como aparato capaz de englobar distintas funciones que empezábamos a pensar antes de su llegada que no podrían ser agrupadas. N-Gage de Nokia se convirtió en la mejor demostración de lo difícil que es hacer ciertas cosas en ese sentido. Pero de la misma manera que en Cupertino lograron imponerse en el difícil terreno de los reproductores portátiles, y de la misma manera también que se hicieron con una posición en el sector de la informática en lo que se antojaba una misión imposible, Apple lo ha logrado y ambos periféricos gozan de una salud excelente.
Tal es el éxito que hay cifras que empiezan a inquietar al sector del videojuego, dentro de lo que se inicialmente aparentaba ser un simple extra de ambos aparatos: sólo en el último trimestre su applestore ha superado las 500 millones de aplicaciones descargadas. Lo cual se traduce en unos ingresos de entre 60 y 110 millones de dólares según Forbes. Aunque es incluso peor: según la cabecera, se estima que de las 85.000 aplicaciones publicadas un 80% serían gratuitas. 21.000 aproximadamente juegos. ¿Quién da más? En el mismo artículo, la publicación señala que nos enfrentamos a un terremoto en el sector del videojuego portátil y que en Nintendo y Sony deberían estar muy inquietos. De hecho, en Sony vuelven a intentarlo este próximo mes de octubre con PSP-GO y su sistema de descargas, y para empezar con mal pie ni se permite la copia de seguridad de los juegos ya adquiridos a la nueva consola, ni hay descuento en los juegos descargados digitalmente respecto a los comprados físicamente en las tiendas: cuestan exactamente lo mismo.
Cantidad... ¿calidad?
A pesar de que la calidad técnica del iPhone da con juegos cuyo potencial se entiende supera al de PSP (y queda a años luz de los apartados técnicos de DS, que nunca fueron su fuerte), el usuario es consciente de los problemas de control que tiene gran parte de su catálogo y de cómo sólo unos pocos son verdaderamente manejables atendiendo a las características del teléfono. ¿Puede entenderse no obstante que ese es un obstáculo lo suficientemente serio?
Lo cierto es que son muchas las compañías desarrolladoras que no han querido despreciar esa vía de negocios y que deben competir contra pequeños desarrolladores. Recientemente hablábamos con Jon Ritman, uno de los míticos programadores de los 80, y este nos contaba que en la actualidad se encontraba enfrascado en desarrollos para iPhone, algo lógico teniendo en cuenta que proviene de una época en que los programas corrían a cargo de unos pocos autores/programadores (en su caso era habitual que publicara sólo acompañado del grafista Bernie Drummond) y que de esta manera podía mantener su forma de trabajar sin integrarse en proyectos faraónicos.
No obstante, el debate podría reconducirse también al tema de la gratuidad: muchas de las aplicaciones son gratis en su versión limitada de prueba. El usuario antes que pagar por la versión completa en ocasiones se limita a seguir probando juegos con versiones de prueba. Esto podría conducir a una situación similar a la que se vive en varios ámbitos de internet, donde los sistemas gratuitos están haciendo mella en determinados negocios en su vía tradicional sin que los anteriores lleguen a cubrir costes. Se están matando entre ellos sin premio posible.
En todo caso habrá que ver cómo evoluciona el mercado, si Nintendo puede mantenerse ahora que ha incorporado el sistema de descargas en DSi y si PSP con una revisión tan atractiva como cara y con aspectos cuestionables logra encontrar su hueco.