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De Transtapes y Pokes

Un artículo de Guybrush Noséqué || 02 / 2 / 2010
videojuego

“¿Quieres bajar el nivel de dificultad?”. La pregunta pide a gritos una encuesta sobre qué piensan los usuarios cuando les interrumpe semejante mensaje. ¿Para cuántos es una humillación y para cuántos un alivio?.

Posiblemente los veteranos formen parte del primer tipo y piensen que los del segundo deberían dedicarse otra cosa, que el videojuego no es lo suyo. Si quieren ver desenlaces rimbombantes, deberían volver al cine, entregarse al cómic, seguir algún culebrón...

Son las cosas del videojuego moderno, en que ahora todo debe ser sencillo con un concepto de dificultad que se desdibuja por la necesidad de resultar atractivo para cuanta más gente mejor. No puede permitirse que el usuario que curiosee con el medio se sienta frustrado y no se convierta en un potencial jugador... o lo que es lo mismo –y a los efectos que importa–, comprador. Luego está lo del exceso de inteligencia artificial: la máquina nota que palmamos mucho, y nos lanza la humillante oferta. Bajar el nivel... justo lo que uno necesita en esos momentos.

Hemos hablado de los casos extremos de dificultad que vivíamos en los 80, algo que llevábamos con naturalidad por la evolución que seguía el videojuego, que ni podía preocuparse de reclutar a más público, ni tenía muchas más maneras de plantear las cosas. Para qué engañarse, cuando un desarrollo daba con un número de pantallas muy limitado, si se quería lograr que ese juego fuera un reto y que no se superase en un tiempo ridículo, una de las formas habituales era esa: dificultad monstruosa. Ni olíamos la quinta pantalla.

Y entonces surgieron los Pokes.

¿Qué era un poke? Uno siempre se lo preguntó, viendo la frecuencia con que estos aparecían en las publicaciones especializadas del momento ante las demandas de los jugadores, y la respuesta era algo así como que eran instrucciones que hacían referencia lugares de la memoria (cosa que no, no dejaba muy claro el tema). Pero había algo más intrigante ¿y qué hacer con un poke?

Resumamos cómo iban las cosas: jugador desesperado por la frustración de no poder superar un nivel determinado, escribe a revista del sector o busca una en que la pregunta haya sido respondida, todo para dar con el poke adecuado. Allí responden, más anchos que largos –ante nuestra sospecha de que muchas veces eran inventados, para ganar audiencia–, algo del tipo “poke &hdf003,00325” y tan tranquilos.

Entonces estaban los cargadores. El cargador era un programa que uno tecleaba pacientemente, lo ejecutaba, y si todo iba correctamente se cargaba el juego y los pokes en su interior ya funcionaban. Pero ¿y si no tenía el maldito cargador? ¿qué se hacía en todos esos casos en que se tenían los pokes pero no el programa completo?

Ese fue uno de los misterios que ante respuestas de distinto tipo, muchos no resolvieron. Aunque algunos tuvieron el transtape.

He aquí la máquina misteriosa, digna de elogios e incomprensión a partes iguales. El transtape era como la lámpara de Aladino, con una caprichosa forma de cumplir los deseos que le suplicábamos: tan pronto podía guardar lo que tenía en memoria el ordenador en cassete o diskette (con lo que ello implicaba para temas de autoría/piratería, si bien muchos lo usábamos para, cuando quería funcionar, copiar cassettes a diskette), como hacía funcionar los malditos pokes.

¿Cómo? El misterio técnico, sigue presente. El modus operandi, no podía ser más confuso: se pulsaba el botón durante el juego, la pantalla se deformaba. Con los cursores, se buscaban distintos estados en que la pantalla volvía a ordenarse (algo incomprensible en cuanto a finalidad) y entonces nos daba la opción, ejecutábamos el poke, y las vidas infinitas, la munición infinita o la inmunidad, nos permitían salir bien parados en el videojuego.

Con perspectiva, el tema causa tanta extrañeza como debe proporcionarle a quien nunca supo del susodicho Transtape. El hecho de que lograr superar juegos con ese mecanismo fuera la única vía en muchos casos es bastante sintomático de cómo de terribles eran las cosas entonces. Justo es reconocerlo: quizá ahí la pregunta de bajar el nivel de dificultad no habría sido tan ofensiva. Y al menos ahora nos hemos librado de pokes y transtapes...



7 bits

No todos los clásicos fueron buenos, no todo puede ser bien visto por la nostalgia. Alguien debía hacer justicia y hacerle un 7 a los 8 bits (y a los 16...). Y de paso divagar sobre otros temas del videojuego.

Actualización: Este blog se actualiza los martes

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