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Quirky Guys and Gals

Un artículo de Eduard Terrades Vicens || 23 / 4 / 2013
Pantalla Invisible

Una de las mejores bazas cinematográficas con las que ha contado el cine japonés en la última década, al menos a nivel artístico y con mejor aceptación fuera de sus fronteras naturales, han sido esos filmes ómnibus, rodados por cineastas jóvenes o cuyas carreras aún se encuentran en su punto inicial. Con un estilo algo precoz, en algunos casos les sirven para darse a conocer. En ciertos filmes -cuyos cortos suelen compartir “leit motiv” central- algunas de sus historietas, si están realizadas por el mismo realizador, pueden entrelazarse entre ellas; pero en otros, como Quirky Guys and Gals (2010), los cuatro sketches que se presentan funcionan y se desarrollan de forma independiente, más allá de compartir temática y el mismo escenario urbano, es decir, el costumbrismo diario y rutinario de la capital japonesa.

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Efectivamente, en esta antología única, en la que se habla de relaciones extravagantes y divertidas entre hombres y mujeres, Tokio cobra una relevancia especial, pues todos sus personajes viven y transitan por él. Sin embargo, la ciudad, en sí misma, simplemente sirve de excusa para situar a una serie de casuales encuentros entre personas de ambos sexos y que a priori no tienen ninguna afinidad en común. La megalópolis japonesa, pues, no funciona como un personaje más (como sí sucede en otras producciones recientes, como Adrift in Tokyo, reseñada en esta misma sección), sino que por la disponibilidad y accesibilidad de los directores que decidieron formar parte de este peculiar proyecto, todos los cortometrajes están integrados en distintos escenarios suyos. A veces, lugares naturales y turísticos visibles en otros filmes no solamente nipones (como el Takeshita-Street de Harajuku o Shibuya, que aparece en el segundo de los relatos, o los imponentes rascacielos de Shinjuku, que aparecen en el primer segmento, y son apreciables en películas por todos nosotros conocidas como Lost in Translation); a veces, callejuelas simétricas de barrios residenciales casi periféricos que muy probablemente nunca hallaremos a descubrir nunca, a no ser que nos planteemos vivir y explorar Tokio a fondo en algún momento de nuestras vidas.

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Otras de las singularidades de esta muestra talentosa de la fértil y productiva industria indie cinematográfica nipona actual, es que todos los relatos contienen un trasfondo social, pero son narrados con cierto sarcasmo sin caer en la vulgaridad o ese humor absurdo y escatológico tan característico del país de los cerezos en flor. Además resulta hasta cierto punto comprensible esa fina ironía, pues todos sus realizadores son representantes de un tipo de estilo cómico que se prodiga bastante en ciertos círculos independientes del cine japonés menos comercial. Y curiosamente, si exploramos algunos de sus trabajos previos, tanto en forma de corto como de largometraje (de hecho, algunos de ellos, anteriormente solo han rodado un par de filmes), veremos que el humor coincide o se parece claramente. Tomemos como ejemplo “Cheer Girls”, el primer corto, que está rodado por Yosuke Fujita, y lo comparamos con su opera primera Fine, Totally Fine (2008): a pesar de que en esa primera experiencia cinematográfica le resultase gratificante desde el punto de vista artístico y terapéutico (en el rodaje se lo pasaron bomba, fijo), hay una serie de malos entendidos cómicos que coinciden y que vienen a definir su estilo. Por si fuera poco, uno de los actores repite su cometido humorístico, es decir, YosiYosi Arakawa. Todo porque Quirky Guys and Gals nació con la intencionalidad de reunir a una serie de jóvenes (aunque algunos ya no tanto) realizadores con las mismas inquietudes sociales y cómicas, con el objetivo de potenciar su arte de cara a que pueden encabezar algunos proyectos de mayor envergadura en un futuro cercano, aunque sea a través de seriales televisivos (mercado siempre en clara expansión gracias a los exitosos TV Doramas).

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Los episodios


Exploremos ahora un poco cada corto de forma individualizada para saber que pueden encontrarse los espectadores más curiosos, partiendo de la base que los dos primeros están protagonizados por extravagantes personajes, cuyo segmento de edad es un reflejo de la juventud nipona actual, y los dos restantes son historias un poco centradas en la inmadurez de personas que forman parte de la mediana edad.
El primer corto es el mencionado “Cheer Girls”, de Yosuke Fujita, en donde un trío de inocentes universitarias se disfrazan de cheerleaders, pero lejos de lo que podría presuponerse, no animan a ningún equipo local, sino a todas aquellas personas que se encuentran faltos de ánimos y piden ser socorridas por este grupo de muchachas vestidas con indumentarias más propia de un serial “tokusatsu”.
Proseguimos con “Boy? Meets Girl”, de Tomoko Matsunashi, en donde reflexiona de forma cómica sobre el típico desengaño y malentendido amoroso: un estudiante de bachillerato está perdidamente enamorado de su compañera de clase, aficionada a la fotografía; sin saberlo esta última le hace fotos en secreto, pero para intentar camelársela (y viendo que siempre está correteando con un chico vestido con ropajes punks) decide travestirse y parecer más metrosexual de lo que realmente es. Lo curioso, y siguiendo un poco la ley de Murphy, su relación solo podrá darse cuando el chico parezca un travestido, en una clara alusión al androginismo que suele asociarse al género masculino nipón y que se ha reafirmado esa tendencia musical del ”visual-kei” que desde hace veinte años se ha ido imponiendo con fuerza.

En el tercero, “Claim Night”, de Mipo-O, se presenta la típica situación del electricista que se presenta en el hogar de una maruja y terminan enrollándose, aunque el enlace no será del todo previsible como quisieran los afectados. Finalmente, en “The House Full of Abandoned Businessmen”, de Gen Sekiguchi, asistimos a la adopción por parte de una ama de casa de varios salaryman que han perdido su empleo y que va reclutando con el ánimo de mantenerlos ocupados ahora que no saben como enfocar sus nuevas vidas y se pasan las mañanas rondando por los parques infantiles del barrio. Tal vez sea este último corto el más original, divertido y con más chicha de todo el filme, pues, de forma desprejuiciada y hasta con un punto de cuento de “cinderella”, se plantea un problema social que fue en aumento a finales del pasado milenio y se extendió por las grandes ciudades japonesas: el de los hombres de mediana edad que se quedaban en paro y que, por vergüenza a contárselo a sus familias, huían de sus hogares, convirtiéndose voluntariamente en homeless (el parque de Ueno, en Tokio, es todo un símbolo de esos sin techo, organizados como si fueran un sindicato), además de plantear la temida sensación de “horror vacui” que muchas personas padecen cuando no saben que hacer con sus vidas al perder un trabajo remunerado. Cuatro historias que además vienen acompañadas por una introducción y un ending animado, emulando la técnica del pastel, con colores amables, ocres, que desprenden esa calidez que se asemeja a la ciudad de los neones y que acoge a todos sus ciudadanos, transeúntes ocasionales y turistas occidentales de la misma manera: con hospitalidad y con la posibilidad de vivir mil y una aventuras urbanitas como las que viven los personajes de este largometraje fragmentado.

Ediciones disponibles: editada en Inglaterra únicamente en DVD por el sello Third Window Films, en una edición que contiene una entrevista con cada director y una introducción suplementaria de cada uno de ellos con respecto su cortometraje.img_quirkygg



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La sección en donde se dará a conocer obras perdidas del cine, de ayer y de hoy, con el objetivo de que lleguen al espectador con mayores inquietudes cinéfilas

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