“Estamos algo por detrás en la fabricación y es muy probable que muchos desarrolladores con fecha de entrega para julio no tengan su equipo DK2 hasta agosto”, comenzaron excusándose.
“Sí, es un fastidio que las ventas en China hayan sido suspendidas por el número extremo de compras para revendedores; necesitamos asegurar que hacemos lo posible para que los revendedores que intentan cambiar nuestro producto por un beneficio no restan stock para las compras legítimas de desarrolladores globalmente”, explicaron después, desvelando de esa forma ya que el mercadeo en China con Oculus Rift —actualmente en fase de desarrollo y cuya distribución se hace solo para programadores— se les ha ido de las manos.
A pesar de que en Oculus dejan claro en todo momento que no se trata de una versión final y que su distribución tiene únicamente esa función de incentivar la producción de software, era difícil evitar que por los 350 dólares que cuesta, muchos no quisieran tanto probar antes que nadie el sistema, como lucrarse con él. Un problema para poder seguir recibiendo feedback de los técnicos antes de su puesta a la venta, que además puede dañar las expectativas de quienes lo adquieran de reventa y tengan que enfrentarse a un sistema pendiente todavía de varias evoluciones.