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Yakuza Weapon

Un artículo de Eduard Terrades Vicens || 17 / 2 / 2014
Pantalla Invisible

¿Cómo conseguir rodar un filme de bajo presupuesto en tan sólo 13 días? La respuesta física en fotogramas la encontraréis visionando Yakuza Weapon (2011), una gamberrada producida por la extinta Sushi Typhoon (una filial de la Nikkatsu que producía comedias gore pensadas para su distribución en mercados anglosajones y con sede en Estados Unidos) y cuyos resultados finales se acercan bastante al manga en el cual Yudai Yamaguchi & Tak Sakaguchi, sus realizadores, se han inspirado para llevar a cabo su producción. Tal vez estemos ante la película “yakuza” más hortera, combativa y menos respetuosa con el gremio que parodia que se haya rodado jamás.

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Ken Ishikawa, reputado mangaka conocido por haber sido el creador, junto a Go Nagai (Mazinger Z), de la macro saga robótica Getter Robot, ideó Gokudô Heiki (Lethal Weapon) en 1996: un manga de acción que no pasó a mejor gloria a pesar de contener todos los ingredientes que caracterizaban las obras de este desaparecido ilustrador, es decir, relatos de poca consistencia argumental con violencia cómica, escenas picantes, con personajes grotescos de rostros poco estilizados. En él, un pipiolo “yakuza”, que se ha exiliado a sud-América para entrenarse combatiendo contra guerrilleros en medio de la selva (¡!), vuelve a su país natal para honrar a su fallecido padre: el “oyabun” (jefe supremo) del grupo Iwaki, un clan muy poderoso que domina buena parte de los negocios clandestinos nipones. Cual será su sorpresa cuando descubra que fue uno de sus socios el que lo traicionó, asesinándole a sangre fría y culpándole el muerto a un amigo de su hijo. El objetivo del nuevo padrino es reunificar todos los grupos de la zona y, en especial, conseguir los favores sexuales de la joven líder de un clan próximo, que asimismo estaba prometida con el hijo del asesinato líder por acuerdo mutuo entre ambas familias. La guerra entre el descendiente y el “oyabun” impostor está servida, máxime cuando el joven pierda el brazo y entre a formar parte, por obligación, de un programa secreto gubernamental experimental para crear soldados humanos con componentes robóticos que respalden el cuerpo de defensa, con el fin de erradicar la criminalidad del país. Esta disparatada trama (que salvando distancias recuerda a la de Full Metal Yakuza de Takashi Miike, si bien curiosamente ésta fue rodada un año después de que se publicara el primer capítulo del manga de Ishikawa) es la que sedujo a los dos realizadores, colegas en la vida real y ávidos lectores de cómics, para llevar en pantalla una versión en “live-action” (que es como los japoneses denominan las traslaciones a imagen real de sus cómics) de la misma, respetando a raja tabla tanto la esencia del manga como los personajes originales.

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Yudai Yamaguchi dijo que, cuando terminaron de montarla, le enseño el resultado final al propio hijo de Ishikawa, y éste le dijo que su padre hubiera estado muy orgulloso con la versión fílmica que habían realizado de uno de sus manga menos conocidos (ni tampoco de culto, como rezaban algunas de las promociones para venderla en mercados europeos). Estas palabras también halagaron a Go Nagai, quien siempre había defendido la afabilidad de su compañero antes las (leves) críticas que sus obras habían suscitado a lo largo de su carrera profesional por la agresividad vertida en sus páginas y su poca versatilidad genérica. De hecho, si algo caracteriza esta historieta (y en general todas las que surgieron de su imaginación, que no son pocas) es por la violencia gráfica descarnadamente exagerada a la par que cómico-festiva. Algo que en todo momento se ha respetado en su versión fílmica, así como el diseño conceptual de sus personajes, cuyas caracterizaciones son como avatares que permiten identificarlos rápidamente por sus ropajes y sus facciones. De hecho, el protagonista, el muchacho que se reconvierte en una híbrido entre Terminator y Robocop, está interpretado por el propio Tak Sakaguchi (que se encargó sobre todo de coordinar las escenas de acción), mimetizando todos los tics y expresiones exageradas del abigarrado “yakuza” que Ishikawa imaginó en papel. No hay mejor actor que pueda interpretarle, luciendo esas ropas más propias de los “bôzôsoku” (tribu urbana de motoristas), ese sombrero con las gafas de sol pegadas en su copa y ese acento característico de los gamberros nipones.

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Aunque sea una producción de bajo presupuesto, esto no significa que no se hayan esmerado en ella; para nada se la puede tachar de mediocre. Sus méritos técnicos recaen en el poco tiempo que tuvieron para rodarla y empaquetarla, resultando su posproducción mucho más laboriosa que el propio rodaje al haberse añadido todos esos CGI necesarios para adornar a los personajes de esa capacidad superheroica, fruto de las mutaciones o los insertos mecánico-tecnológicos a los que son sometidos. Efectos digitales similares a los que aplican, por ejemplo, compañías como The Asylum, pero que lucen mucho mejor en pantalla porque detrás de ellos hay el encargado de efectos especiales Yoshihiro Nishimura (Tokyo Gore Police), que haciendo honor a su profesión, siempre suele combinar efectos artesanales con trucajes digitales. Otra de las pruebas que ratifican la buena voluntad de ofrecer algo más que un simple filme de acción, destinado mayoritariamente al consumo doméstico y al mercado internacional, es su cuidada puesta en escena y una curada planificación que ayuda a reforzar su esquemático guión; ambos realizadores experimentan con la cámara recursos que ya hemos visto en anterioridad, pero que sirven para dotarlo de una mayor entidad cualitativa. En este último aspecto destaca, sobre todo, el plano secuencia de más de cuatro minutos en el que el “yakuza” mecanizado se enzarza en una decisiva batalla contra los esbirros mutantes del “oyabun”, dentro del, precisamente, edificio medio en ruinas donde ha despertado como híbrido. Esto no significa que estemos ante una obra maestra, ni mucho menos una buena película de mafiosos, sino frente a un divertimento para pasar una medianoche aburrida rodeado con alcohol y unos cuantos fanáticos del cine bizarro que se toman la vida con filosofía.

Ediciones disponibles: editada en DVD y Blu Ray en Inglaterra por Bounty Films a través de su sello Monster Pictures mediante distribución de la compañía Eureka Entertainment, con una edición rellena de suculentos extras: extenso making of, escenas eliminadas, cortometraje previo a la gestación del filme, presentación en cines japoneses con un “talkshow” entre ambos realizadores y Go Nagai, video clip y mucho más.



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