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Japan Noir: tres crímenes narrados en fotogramas carmesíes

Un artículo de Eduard Terrades || 16 / 4 / 2012
Pantalla Invisible

Tres producciones japonesas, que pertenecen al género negro en sus más amplías acepciones conceptuales, comparten la misma banalidad ante la violencia que exponen; una violencia que sirve para esconder de forma subversiva otros conflictos y temáticas igual de desagradables que todas esas impactantes imágenes que tiñen de rojo nuestras retinas. Tres modelos de cine noir a la japonesa que definen el estilo formal de tres cineastas que coquetean con el mainstream, pero que evitan adherirse a él para poder hacer valer su inspiradora libertad creadora: Sion Sono, Yoshihiro Nakamura y Hiroshi Nishitani; tres “enfants terribles” (el primero sobretodo) que nos permiten adentrarnos en el cine de suspense nipón más heterodoxo.

Sion Sono no ama demasiado a la humanidad, o eso se desprende una vez terminas de visionar Cold Fish (2010), un excesivo ejercicio noir no apto para todos los estómagos (abstenerse de visionarla mientras se hace la digestión…), que obliga a tu conciencia a tocar de pies con el suelo y asumir que todo lo que estás viendo es solo ficción (a pesar de que te vendan la moto de que se basa en hechos verídicos). Pero si esta misma excusa comercial es la que Wes Craven ponía en los 70 para vender más entradas de La última Casa a la Izquierda (1972), a Sono le sirve de pretexto para atormentar al espectador menos precavido. Realmente es una locura que no hay que tomársela demasiado en serio. Sus perturbadores últimos diez minutos, un “ménaje à trois” en que el gore se mezcla con el sexo, emanan esa extraña fascinación que despierta el cine de terror, en el que nos autocensuramos la película que visionamos tapándonos los ojos con las manos, mientras dejamos entrever con los dedos esas impactantes imágenes que al mismo tiempo nos repulsan y nos chiflan. Sí, este manierista largometraje en el que se vuelve a diseccionar la (falsa) disfuncionalidad de la sociedad japonesa, es una auténtica chifladura que viene a confirmar que, cuando se pone detrás de una cámara, este inclasificable realizador tiene algún tipo de cruce de cables: a través de una familia desestructurada que regenta una pequeña tienda de peces somos testigos de los niveles de corrupción humana a los que puede caer una persona (o grupo de personas). Cuando el propietario de la competencia (y su mujer psicópata…) intente comprar al padre de familia con negocios turbios y se haya ganado a la hija que se lleva mal con su madrastra, el filme dará un giro de 360º hacía los infiernos. Lo más original de la radical propuesta es comprobar como el negocio de la competencia, en donde principalmente se venden especies marinas exóticas, está estructurado como si de un prostíbulo se tratase (las dependientas sirven a los clientes ligeritas de ropa), y sus propietarios lo llevan adelante con actitudes propias de la yakuza (de hecho se enfrentan a la mafia japonesa al hacer volatilizar a un miembro de un clan local que no está de acuerdo con el cierre de una compraventa de una especie rarísima). En definitiva, pura pornografía negra para una burrada de la que se han vertido ríos de tinta (tanto a favor como en contra) y que hay que ver con cierta cautela por el grado de salvajismo con el que están planteados algunos homicidios.

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Cambiamos radicalmente de estilo y discurso con Nakamura. Al menos sus propuestas son algo más digeribles (aunque no estén exentas de polémica), además de aliñarlas con una serie emulgentes visuales recurrentes que como resultado les da un sabor indie que entra de maravilla. Algunas cuentan con personajes freaks que quieren salvar el mundo para redimir sus pasados pecaminosos contaminados por la subcultura punk (Fish Story), y otras son crónicas intrigantes con conspiraciones gubernamentales de por medio (Golden Slumber). La que presentamos se queda a medio camino: The Glorious Team Batista (2008), adaptación cinematográfica que hizo de una famosa novela de Takeru Kaidô. De entrada la TBS (que es la compañía que se llevó el gato al agua después de haberse disputado los derechos con 25 productoras más) pretendía hacer un filme pequeño, y más tratándose del tipo de historia que se narra en la fuente literaria original: ¿Qué sucedería sí entre un equipo de cirujanos especializados en miocardiopatía se encontrase un “serial killer” que pretende colar sus crímenes como negligencias médicas? Esto es lo que investigan una psicóloga y un funcionario del ministerio de sanidad en el transcurso de varias operaciones, en las que se experimenta con el conocido método Batista (detener el corazón durante unos minutos para practicar una ventriculoplastia reductora en el costado izquierdo); un procedimiento que se muestra con pelos y señales en todas esas sorprendentes escenas (supervisadas por auténticos profesionales en la materia) en donde asistimos a un curso acelerado de como operar a una persona del corazón. A diferencia de lo que se pudiera pensar, Nakamura no ha planteado la historia a la ligera, pues además de hacer incisión en tecnicismos incomprensibles para quienes no hayan cursado alguna carrera de medicina, se toma muy en serio todos sus personajes, describiéndolos con la misma precisión quirúrgica con la que se operan a los pacientes, y profundizando en sus caracteres para poder deshacer las teorías del falso culpable que el espectador puede ir tejiendo a medida que avanza el metraje. También se toma su tiempo para mostrar algunas irregularidades del sistema sanitario japonés, y como todas estas deficiencias (logísticas y de base puramente ideológicas) afectan a los pacientes. Aún así no se trata de un filme de denuncia ni mucho menos, sino una cinta intrigante que pone de manifiesto las ambiciones artísticas de Nakamura, a pesar de que el resultado final nos de a entender que su objetivo era entretener a las audiencias con una historia que ya conocía de antemano. Prueba del éxito es que luego fue traslada a la pequeña caja tonta con resultados de audiencia más que provechosos por los sponsors comerciales. Sea como fuere, es uno de los títulos del género más sorprendentes del último lustro, con un guión mucho más perfilado que en anteriores largometrajes (como la mencionada Golden Slumber).

Tal vez Nishitani sea el más convencional de los tres, y no por ello sea el menos interesante. Su cine bascula entre el thriller comercial (como la curiosa cinta conspirativa Andalucia: Revenge of the Godess) y los encargos de estudio. Pero estos encargos siempre procura hacérselos suyos; las novelas que suele adaptar intenta llevarlas al terreno personal, como resulta ser Suspect X (2008). Este best-seller escrito por Keigo Higashino (editado en nuestro país bajo el sugerente título de La Devoción del Sospechoso X), que consiguió encandilar a más de dos millones de nipones, cuenta con unos giros en la trama sorprendentes (y que por razones obvias no podemos desvelar): una madre soltera liquida a su ex-marido para proteger a su hija (que es cómplice del asesinato), y su vecino, un matemático que se ha enamorado de ella, decide ocultar el cadáver y construir unas coartadas lo suficientemente sólidas para que la policía dirija la mirada hacía otra dirección. Pero la historia se tergiversará cuando un físico se inmiscuya en el caso y casualmente sea un viejo amigo del joven matemático. Y hasta aquí podemos leer, pues tanto la novela como la fidedigna adaptación cinematográfica, cuentan con un clímax final inesperado, asfixiante, en donde el pulso romántico le gana la partida al criminal, derivando hacía un drama negro con algunas reflexiones trascendentales sobre la futilidad de las cosas.

Puede que la traslación en fotogramas no convenza a todo el mundo, y es que a pesar de que el filme es una fotocopia del libro, se introduce una investigadora que no aparece en las páginas de Higahsino y que le da una cierta vivacidad extra a la trama cinematográfica. Una licencia cuestionable que no enturbia el esqueleto central, más bien lo refuerza, y que sirve para marear aún más la perdiz en una historia que requiere de una atención suplementaria para desentrañar el "macguffin" que se esconde detrás del cadáver.

Tres crónicas contemporáneas de un Japón irreal planteadas desde un prisma costumbrista, en que se tamiza la violencia como un elemento cotidiano sin perpetrarse de que cualquier puede ser víctima de ella. Tres epístolas negras respaldadas por tres cineastas a los que les gusta manipular tanto fuera como dentro de la pantalla: Sono, Nakamura y Nishitani, apuntadlos en vuestras cabezas antes de que terminéis desmembrados en alguna de sus ficciones.


Ediciones disponibles:
-Cold Fish ha sido editada tanto en DVD como Blu Ray en Alemania, Inglaterra y Estados Unidos.
-The Glorious Team Batista ha sido editada en DVD (zona 2) únicamente en Japón en una edición que incluye subtítulos en inglés.
-Suspect X cuenta con ediciones japonesas (zona 2), surcoreanas (zona 3) y hongkonesas (zona 3) en DVD, todas ellas disponibles con subtítulos en inglés. Recomendada la “deluxe edition” nipona con una caja roja en forma de X repleta de interesantes extras.




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