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De remakes y clones asiáticos contemporáneos

Un artículo de Eduard Terrades || 30 / 4 / 2012
Pantalla Invisible

A raíz de la nueva ola de terror asiático que inundó las pantallas mundiales a comienzos de la pasada década, muchos fueron los remakes que se hicieron innecesariamente para sacar partido a un tipo de horror frío, con capacidad electroestática para dejar al espectador clavado en sus butacas y que culturalmente se distanciaba del presenciado en los cines occidentales. La mayoría de ellos fueron producidos por los norteamericanos y su calidad media era inversamente proporcional a lo ofrecido en el producto original, convirtiéndose rápidamente en carnaza de videoclub. A partir de aquí se exploraron otros géneros; los mandamases de Hollywood cercaron otro tipo de largometrajes a rehacer, que el público mainstream ignoraba o que sólo oído de pasada. ¿Pero qué sucede cuando se invierten los papeles y son los propios asiáticos los que se toman su revancha, dedicándose a trocear producciones sumamente importantes para el mercado global? ¿Y cómo nos lo tomamos cuando esas reformulaciones fílmicas se dan entre países asiáticos que prácticamente comparten el mismo limítrofe geográfico y encima siguen manteniendo un pulso político histórico? El resultado son una serie de plagios, productos clónicos y remakes sui generis de lo más curiosos.

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1-El despertar de la bestia se produjo un 31 de Enero de 1998: Ringu se estrenaba en programa doble junto a Rasen (una versión alternativa y no oficial que nunca ha sido muy aceptada por los seguidores de la saga); la fiebre por lo sobrenatural que causó en Japón sólo es comparable al terror que en su día provocó Tiburón entre los bañistas de los años 70. Aunque parezca mentira, los primeros en picar el anzuelo fueron los surcoreanos: justo el año siguiente se estrenaba The Ring Virus (Kim Dong-bin, 1999), que fue vilipendiada por los críticos nipones ya que era un calco del filme de Hideo Nakata, alegando los productores coreanos que su intención inicial era adaptar al pie de la letra la novela de Koji Suzuki (en la cuál se basa el filme original). Aún así hay varias diferencias sustanciales: la fantasmona Sadako pasa a llamarse Park Eun-suh, mientras que en esta versión algo edulcorada, el profesor de filosofía interpretado por Hiroyuki Sanada (El Último Samurai) es ser un médico que intenta relacionar las muertes con un virus. Obviamente los efectos especiales (léase el momento en el que hace aparición el mal a través del televisor) no son ni mucho menos comparables a la original.

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2-Aunque sea una contradicción, a veces uno cree que existen las casualidades premeditadas, sino no se entiende que dos producciones de cinematografías equidistantes lanzaran en el mismo mes sus propias reinterpretaciones de la saga nipona de La Maldición. La propia versión que llevó a cabo Takashi Shimizu en suelo americano nos da a entender que fueron los hindúes quienes decidieron avanzar las fechas del estreno de Vaastu Shatra para evitar que The Grudge ganara la partida en la taquilla india. Ambas se estrenaban en Octubre de 2004, pero la que más nos atañe a nuestro propósito arqueológico es la india. Rodada por el desaparecido Saurabh Narang y producida por la factoría de Ram Gomal Varma, uno de los visionarios más comerciales de la India actual, en realidad este filme de fantasmas azules no solamente toma prestadas las secuencias más relevantes de la saga Ju-On (como el niño pitufo haciendo sus apariciones gatunas en el lugar menos pensado), sino que se aprovecha de decenas de productos de terror asiático facturados en esos años. La historia simple como infantil: un matrimonio, que se ha instalado recientemente en una casa a las afueras de Bombai, deberá descubrir si los amigos imaginarios con los que dice jugar su hijo pequeño son reales o apariciones fantasmales. En todo caso la verdad dista mucho de ser un simple juego de niños, desenterrando un pasado turbio que ha sido confinado entre las cuatro paredes de la mansión. No es una fotocopia vulgar de la saga original, pero se alarga en demasía y contiene algunas escenas demasiado forzadas.

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3-A falta de ver lo que ha hecho Spike Lee en el remake yanki de Old Boy (a priori le damos un voto de confianza, y más sabiendo que Josh Brolin hará acto de presencia en la función), podemos conformarnos con Zinda (Sanjay Gupta, 2006): versión “made in Bollywood” del aclamado filme de Park Chan-wook. Técnicamente se trataría más de un reboot, aunque para muchos directivos de Show East (la productora surcoreana) es un simple plagio en toda regla dada la similitud entre sus tramas. A saber: Roy (Sanjay Dutt, con el mismo peinado que Choi Min-sik) es un influyente hombre de negocios que justo cuando está esperando un bebé con su esposa es secuestrado y encerrado en una celda, sin saber los motivos de su rapto. Durante catorce años se dedica a prepararse física como mentalmente para aguantar el cautiverio, hasta que un día es liberado misteriosamente y empieza una búsqueda de sus captores para poder vengarse. Los productores indios sólo alegaron como fuente de inspiración algunas secuencias de la película protagonizada por Min-sik, y a pesar de las idas y venidas de los abogados para poder evitar una demanda formal, consiguieron lanzar el filme en Enero de 2006. Júzguenla, aunque como se intentó silenciar su lanzamiento, más allá del territorio indio es complicado conseguirla de forma legal. Pero en fin, como no es la única producción “made in India” que se aprovecha de algún éxito internacional, no importa demasiado con que métodos la vean (la copia de la copia, igual que Hijack, demasiado inspirada, ejem, en La Jungla 2: Alerta Roja).

4-Takashi Miike es todo un especialista pervirtiendo géneros de su propia cinematografía, ejemplos directos los tenemos en el cine yakuza que ha reformulado de pies a cabeza (aunque si somos justos, Rokuro Mochizuki también tiene mucho de que hablar al respecto). ¿Pero cuando se atreve con uno propiamente italiano le reímos también las gracias? Sí, en parte, pues en Sukiyaki Western Django (2007), versión japonizada de una de las producciones más referenciales del spaghetti-western, se coló el excéntrico Quentin Tarantino en un papel pequeñito (interpreta a un supuesto mítico cowboy llamado Ringo) que sirvió para promocionarla fuera del archipiélago nipón. Un rol que se limita prácticamente al de narrador al principio del filme, pero que fue decisivo para que muchas compañías que compraron los derechos lo utilizasen como reclamo en las distintas carátulas de sus ediciones domésticas (sin ir más lejos, en la de nuestro país). Obviamente Miike no es Sergio Corbucci, pero ofrece un giro inteligente de la trama: posmoderniza la historia japonesa tomando como referencia la famosas Guerras Genpei que enfrentaron al clan de los Taira con el de los Minamoto, remplazando las katanas por arcaicas pistolas. Estos conflictos sociales y civiles que transcurrieron a finales de la era Heian (1180-1185) ya habían sido adaptados anteriormente en distintos formatos culturales, pero nunca antes nadie había osado transformarlos en un soja-western (que es como se bautizaron esos largometrajes asiáticos con elementos propios del western clásico en los 70). Un blockbuster con un sabor de cinema Bis salpicada con bastante hemoglobina falsa y unos personajes algo freaks.

5-Hostel (2005) de Eli Roth abrió la brecha a un cine sádico, en donde el gore casi quedaba relegado a segundo plano a favor de un conjunto de escenas tortuosas de difícil digestión. Vamos, lo que se ha venido a llamar el “torture porn”, “gorno” o gore pornográfico (o el apelativo que a ustedes les haga más rabia). Curiosamente en muchos países asiáticos ya se venía practicando este tipo de salvajadas visuales desde mediados de los 80 (sobretodo en Japón o en Hong Kong). Pero en Taiwán no era tan frecuente, y Three Dots Entertainment, una compañía formada por gente joven que había colocado previamente una respetuosa comedia romántica sobre la homosexualidad y alguna que otra aproximación al cine de fantasmas, necesitaba de un éxito inmediato para reflotar la empresa. Para llevar a cabo tal empeño se fijaron en el cuarto experimento de Roth para configurar la muy criticable Invitation Only (2008), en la cual las víctimas son simples ciudadanos que reciben una invitación muy especial para asistir a una fiesta clandestina, en donde serán descuartizados en público por miembros de la jet set taiwanesa. Kevin Ko se nutre de la trama de Hostel sustituyendo los parajes eslovacos por unas localizaciones cochambrosas a las afueras de Taipei, y valiéndose de los mismos mecanismos de tortura que Roth y compañía (la más espectacular una castración con esas típicas pinzas eléctricas para cargas los polos de las baterías). Lástima que la cámara digital y la torpeza en el montaje dificulte su visionado en algunos momentos. Solo cabe añadir que sale la actriz nipona (por así llamarla) de cine erótico Maria Ozawa, pero dura menos en pantalla que el mandato de un presidente holandés.

6-Para rizar el rizo que mejor que una secuela japonesa paralela a la segunda parte de Paranormal Activity. En fin, una excusa para reflotar esas producciones autóctonas en las que nunca sabes el origen del mal. El argumento de Paranormal Activity 2: Tokyo Nights (2010) no puede ser de lo más trillado: un joven debe hacerse cargo de su hermana inválida después de que esta haya sido atropellada en San Deigo supuestamente por la protagonista de la saga de Oren Peli. Y ale, como si no tuvieran suficientes manifestaciones sobrenaturales en Japón, cierta entidad malévola emigra para amargar la existencia de noche a los dos protagonistas. Obviamente no puede faltar la cámara fija en las habitaciones de ambos para que nos aburramos en los sillones de nuestras casas. Lo cierto es que el hecho de que la hermana vaya con silla de ruedas le daba un aliciente extra, pues su invalidez la convierte en una víctima fácil fruto de su condición vulnerable, sin embargo el bostezo (nunca mejor dicho) es continuado y no ofrece nada nuevo, a pesar de sus buenas intenciones y un final bobalicón.

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7-Hermanos Coen vs Zhang Yimou. Así se puede definir Una Mujer, una Pistola y una Tienda de Fideos (2009), la extraña versión que realizó el cineasta chino de la opera prima de los Coen. La historia es muy parecida a la de Sangre Fácil (1984), pero ubicando el contexto en los desiertos de una fantasiosa China medieval: Wang es un viejales que tiene una posada en mitad de la nada; su esposa mantiene un affair amoroso con uno de sus empleados, y como tiene sospechas de ello, soborna a un oficial para que los mate, pero el plan se tuerce y la sangre, haciendo honor al título original, fluye más de lo debido. Yimou planteó el remake de forma algo bizarra, con un tempo que se aletarga en muchas secuencias, sobre todo en la interminable noche en que todo transcurre a través de silencios y ausencia de diálogos. La paleta de colores algo forzada la convierten en una visión casi onírica del filme de los Coen. Y supongo que por este motivo la convierten en una pieza interesante y valorable dentro de su formato experimental.

8-Terminamos con una surcoreana que a más de uno le chifla pero que algunos nos abstenemos de opinar: Mujeogja (Song Hae-seong, 2010), una versión producida y supervisada por John Woo del filme que le dio la fama, es decir, su fundacional A Better Tomorrow (1986). Eso sí, situada en la ciudad de Busan y con conexiones familiares que nos llevan hasta Corea del Norte. Tampoco se trata de un filme político, sino de un blockbuster de acción, con actores metrosexuales, algunos casquillos de bala perdidos y alguna canción de k-pop de por medio. Muchos pusimos el grito en el cielo cuando nos enteramos de que se estaba planeando un remake de Un Mañana Mejor, no obstante podría haber sido peor engendro cinematográfico de lo que realmente es. Digamos que es una relectura contemporánea de la vida de Mark Gor sin Chow Yun-fat, remplazando los rascacielos de Hong Kong por la portuaria megalópolis de Busan.

Y coming soon: versiones asiáticas añejas de películas de culto o comerciales occidentales, como Mahakaal (1993) la versión india (como no podía ser de otra forma) de Pesadilla en Elm Street.



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