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Romance in Thin Air

Un artículo de Eduard Terrades || 06 / 8 / 2012
Pantalla Invisible

En los dos últimos años ha surgido una extraña tendencia en la cinematografía hongkonesa de rodar falsas secuelas aprovechando la exitosa taquilla de la película original. Es decir, la idea es partir del mismo esquema temático manteniendo el mismo reparto y equipo técnico pero sustituyendo el guión con otro de similar enfoque argumental, respetando en todo momento los mismos ingredientes que la situaron en el punto de mira de la crítica y el público.

El caso más sonado lo tenemos con el díptico que forman los thrillers especulativos Overheard (la segunda, por cierto, toda una decepción). Pero la que mayor batacazo parece haberse llevado a nivel de críticas, sobre todo por parte de ese aficionado al cine asiático algo enclenque con todo lo que no sea crueldad y tiros, es Romance in Thin Air (2012), un drama romántico escrito por Wai Ka-Fai y realizado por Johnnie To que toma como referencia la comedia romántica Don’t Go Breaking my Heart, y que nos devuelve a la esencia de esas pequeñas películas de corte amoroso, cuyo empalagamiento puede producir urticaria a los que no soporten el género.

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Un famoso actor de Hong Kong (Louis Koo himself) se retira a la legendaria montaña de Shangri-la (la cordillera de Kunlun) después de que su novia lo plante en el altar en el día de su boda. Arruinado, alcohólico consumado e incomunicado con el mundo exterior, empieza una tibia relación con la dueña (Sammi Cheng) del albergue en donde se hospeda. Poco a poco, su relación se va afianzando y él se va recuperando, y eso en parte es así porque descubre que la posadera es miembro de su club de fans. Lo que ignora es que ella también tiene un trauma amoroso, pues su marido, antiguo propietario de la pensión, desapareció en extrañas circunstancias hace más de siete años mientras cercaba a un niño que se perdió por los bosques de la zona. Durante este tiempo se le ha dado por desaparecido y nunca ha sido hallada ninguna pista que conduzca hacia su paradero; su esperanza de encontrarlo con o sin vida se ha ido diluyendo en el tiempo. A pesar de ser consciente de su situación, el actor decide regresar a Hong Kong para intentar reemprender su carrera, prometiendo a su amada que pronto se reunirán. Pero justo el día en que se reencuentran, un montañero da con el cuerpo sin vida del mesonero, lo que provoca que la mujer decida revocar su relación con el actor. Éste no se da por vencido y para volver a seducirla produce una película en la que recrea sus experiencias vividas hasta el momento junto a ella: Romancing Into Thin Air, un título que pretende remarcar el triangulo amoroso en el que ambos se han visto envueltos, además de pretender que ella vuelva a su lado.

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Romance in Thin Air (cuyo título enlaza con la película ficticia que forma parte de este “triangle love story”) es puro metacine, prefabricado y reducido a la pasión amorosa de los dos personajes principales, de acuerdo, pero es una buena ejemplificación de cómo introducir una doble ficción cinematográfica dentro del propio filme con la única finalidad de construir un esperpéntico clímax final (algo forzado). Lo bueno de este twist dramático conclusivo es que demuestra la virtuosa capacidad ingeniosa de su realizador por condensar en poco menos de diez minutos todos los acontecimientos presentados previamente, uniéndolos de forma circular; esos acontecimientos que habían quedado en “stand by” a lo largo de la hora y media previa y que ahora parecen encontrar una válvula de escape. Este ficticio relato genuinamente cantonés es un buen artificio capitaneado por los dos mandamases de la influyente compañía Milkyway Image, es decir, por Johnnie To (en tareas de dirección) y Wai Ka-Fai (en tareas de guión y productor). Un buen drama romántico que se aleja de la comicidad que podía encontrarse en su (hipotética) primera parte, y que en esta secuela (que realmente no es, pues además del equipo técnico y logístico, solo repiten los actores Louis Koo y Gao Yuanyuan, sin contar que la trama no tiene nada que ver), se decanta siempre por el dramatismo más impostado, teniendo en cuenta además de que todos los personajes encaran con una frialdad insondable esas escenas en las que el drama aflora de forma desmesurada para hacer avanzar la trama. Y probablemente sea este el factor que más perjudica a la historia, ya que a pesar de algunas secuencias trágicas (y que más vale no desvelar porque romperíamos la sorpresa y el devenir del clímax final), ninguna de ellas no desprenden ninguna emoción. Es como si sólo tuviésemos la base de bizcocho de un pastel sin esos condimentos que lo convierten en un dulce postre o placer para merendar, sin chocolate, ni fresas, ni nata que ayude hacerlo más espumoso.

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Sería extraño pensar que es un fallo en el discurso de su realizador o de un mal enfoque conceptual de la trama, pero si tenemos en cuenta que normalmente los thrillers de To suelen ser minimalistas, desprovistos de glamour (con excepción de por ejemplo Exiled) y repletos de personajes cool que no muestran su expresividad ni para ir de vientre, es comprensible que haya querido imprimir esa misma sensación en este drama teñido de tragedia. No resulta baladí pues apartarse de la imagen que teníamos de la anterior Don’t Go Breaking my Heart. Sí, era otro triangulo amoroso, pero completamente desprejuiciado, con toques inteligentes de comedia y trucos azarosos de conquista amorosa. Nada que ver con este largometraje glacial, en el que casi podemos aseguraros que no verteréis ninguna lágrima, a pesar de todo el empeño que pone To para que utilicéis el pañuelo. Puede que en este sentido se trate de una producción fallida, pero me niego a creerlo pues en el pasado nos ha brindado dramas románticos aliñados con un poco de crítica social (Needing You… o Turn Left, Turn Right). Sin embargo sería mejor considerarla como un trabajo menor de uno de los cineastas y productores más influyentes de la ex-colonia británica, pese a que contenga una fotografía envidiable y momentos inolvidables (el actor rejuvenecido que interpreta Louis Koo ensayando un anuncio de una famosa marca de cola; el largísimo flashback en donde se nos cuenta cómo se enamoraron los dos posaderos o cuando el personaje que nos brinda Sammi Cheng ve por primera vez el filme tributo que el actor le dedica). Johnnie To sigue siendo Johnnie To y se le puede perdonar tanto esta incursión menor en un género que tal vez no domina, como cualquier filme posterior que haga de temática parecida.

Ediciones disponibles: editada en Hong Kong en blu ray (región A) y DVD (Zona 3) con material extra básico (making off y behind the scenes).



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