Hay “wuxia” con los que conectas desde el primer minuto, mientras que en otras producciones que ensalzan a esos caballeros voladores que eligen el camino de la espada para reafirmar sus existencias, se necesita de una buena parte del metraje para entrar en sus vidas heroicas. Participar de la trama a medida que los personajes cobran mayor relevancia en la misma, después de que descubramos con que motivaciones se mueven y los objetivos que deben cumplir para sentirse realizados como héroes, a veces resulta mucho más gratificante para el disfrute plástico de sus secuencias marciales. Esta última sensación es la que se desprende al visionar Reign of Assassins (2010), un filme de “swordsplay” chino que, a pesar de su extravagantísima narración, mantiene una estructura clásica con el género que enaltece mediante una serie de personajes arquetipos, muy idiosincrásicos de este tipo de producciones marciales.

En realidad, la responsable de que centremos nuestra mirada, más allá de una trama mil y una veces expuesta en imágenes, es Michelle Yeoh. Esta diva hongkonesa de origen malayo siempre suele sostener las películas en las cuales participa, en parte porque sus dotes expresivas, su alegre sonrisa desbocada, suele encandilar y focalizar todas nuestras atenciones. En este largometraje despierta el mismo sentimiento que en otras ocasiones, pero si encima vuelve a ser la reina de la función, resulta comprensible que, a medida que vayamos adentrándonos en su historia personal, más empatía sintamos con ella, no solo por su brillante actuación, sino también con las tramas secundarias que giran en torno a ella. A saber: Yeoh ejecuta con precisión a una asesina despiadada que formaba parte de una secta oculta y que quiso redimirse de ella después de que alcanzara la iluminación con un monje budista. Intentar empezar una nueva vida, junto con un rostro nuevo, significa una nueva existencia alejada de la sangre y los combates marciales. Pasar desapercibida en un pueblo típico de la Dinastia Ming parece ser el único refugio para que la secta no dé con ella, hasta que unos bandidos atraquen un banco para conseguir parte de las reliquias exequias de un monje hindú y deba actuar para salvar a su marido (un guerrero que mantiene latente su espíritu combativo en su interior para, precisamente, evitar ser descubierto por su pasado belicoso). Estos bandidos formarán parte de la secta ocultista y, poco a poco, la irán desmaquillando y sobornando para que cumpla con una última misión que le exonerará de su pasado asesino y le permitirá preservar su vida familiar: conseguir las exequias momificadas restantes para contentar al maestro de asesinos que le dio una segunda vida.

Nos encontramos, pues, con una trama subalterna a sus personajes: héroes tocados por la vara del amor y que prefieren blandir su sable para proteger a sus amadas, mujeres con pasado oscuro que sucumben a la tentación de la entereza física a cuesta de su propia alma, eunucos con propósitos absurdos, monjes que lideran una revolución para promover la buena praxis de las artes marciales, villanos amorales con sorprendentes armas e inocentes campesinos y aldeanos que terminan sucumbiendo al poder déspota de los indecorosos guerreros sombríos.
Reign of Assassins, que está codirigía por Su Chao-pin y John Woo, contiene una parte romántica que no termina de funcionar, una parte detectivesca (entroncando así con los nuevos “wuxia pian” de Tsui Hark y Peter Ho-su Chan), una parte muy espiritualista (la determinación zen envuelve a varios personajes, sirviendo como excusa para penetrar en el misticismo del monje hindú Bodhidharma) y una parte de acción con secuencias acrobáticas que, en ocasiones, están planificadas sin demasiada precisión, lo que producen cierta confusión y su imposibilidad de seguirlas con nuestras retinas a la velocidad que quisiéramos. Sin embargo, la cantidad de emociones que puede despertarnos este blockbuster algo reduccionista supera la media de muchos “wuxia” contemporáneos. Y es que parece ser que en el último lustro, tanto los hongkoneses como los chinos (o en coproducciones conocidas como Maindland), se han puesto las pilas para volver a cautivar a las audiencias autóctonas con estos relatos “pulp” en que el heroísmo se mescla con la mitología regional. Reing of Assassins forma parte de esta nueva hornada de filmes que invocan un pasado histórico que se mueve entre lo poético, lo fantasioso y lo heroico. Y si encima aparece Michelle Yeoh batallando, poco más se le puede pedir a este sabroso entremés marcial repleto de secuencias asombrosas, filmadas con ese mismo grado de veteranía del que goza el género.