Fandigital y Comicdigital emplean cookies para determinadas funcionalidades. Si continúa navegando asume la aceptación de las mismas.
Tajômaru: Avenging Blade - Pantalla Invisible - blogs de cine
Buscar en
Estás en CINE >> BLOGS >>

Tajômaru: Avenging Blade

Un artículo de Eduard Terrades Vicens || 30 / 9 / 2013
Pantalla Invisible

Lo único que puede reprochársele, precisamente, es que no haya recurrido a su marcado estilo.

En 1950, Akira Kurosawa adaptaba dos relatos cortísimos del escritor Ryûnosuke Akutagawa (“Rashômon”, de 1915, y “Yabu no Naka / En un Bosquecillo”, de 1922) aparecidos durante la era Taishô (1912-1926); dos fugaces prosas que fueron agrupadas en un mismo guión y que le valieron el Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa, iniciando así una nueva era para el Japonismo. El filme mostraba desde cuatro puntos de vista un mismo crimen y su bandido principal, Tajômaru, que era interpretado por el gran Toshirô Mifune en una actuación histriónica, se convertía en el personaje más popular del filme al darle un matiz de antihéroe, un mártir con katana al que le cortaban las alas de la libertad. Medio siglo más tarde, y en un mundo globalizado en que la cultura del país del sol naciente ya forma parte de las vidas cotidianas de las generaciones más jóvenes, este “rônin” sin escrúpulos ha vuelto a las andadas en un largometraje con una métrica adaptada, precisamente, a los cánones del cine actual que suele devorar los que ya han crecido con la nueva era digital. Rodado por el “outsider” Hiroyuki Nakano, este bandolero formado entre marañas y caminos rurales es el máximo protagonista y ahora disfruta de una nueva juventud cinematográfica: nuevos quebraderos de cabeza le aguardan a este personaje que se debate entre el amor por su amada, la libertad de ser un nómada que se opone al Emperador y a los primigenios señores feudales, que luego se consolidaron en el período Tokugawa, y el cobrarse venganza contra aquellos que osaron arrebatarle su posicionamiento en la corte imperial.

Pantalla Invisible



A diferencia del matiz que le imprimió Mifune, el nuevo Tajômaru es un ser de corazón frágil, apasionado y romántico, y con una serie de ideales vengadores impulsados por las continuas disputas agrarias del período Heian (794-1185), a las que se suma, pues tal y como se arguye en su metraje, y en oposición a la versión de Kurosawa, su posición social de bandido se ajusta a sus orígenes humildes, de cuando era huérfano y fue recogido por dos niños que pertenecían a una poderosa familia de linaje feudal (algo que se omite en el filme antiguo porque no aparecía exactamente igual en el relato original y que aporta interés suplementario a la nueva versión). Con respecto a este apunte histórico, Nakano ha reescrito la breve historieta de Akutagawa a su manera para dotar de una segunda vida a su personaje más importante, el que tiene todo el peso de la narración; una segunda oportunidad cinematográfica mucho más intensa y que lo sitúa en un contexto atemporal dentro de un período incierto de la historia de Japón, confeccionando así un guión perfectamente adaptable a los estándares del cine de época o “jidai-geki”. Rehusando, además, las hordas de violencia del “chanbara” (género en que se ejemplificaban con todo lujo de detalles las batallas entre samuráis y que tiene un origen dramatúrgico). Ahora sabemos los orígenes feudales de Tajômaru (quien tomó prestado el nombre de otro bandido), los motivos que le impulsaron a convertirse en un samurái errante (fue traicionado por uno de sus hermanastros y abandonado a su suerte por su amada) y es presentado con cierta benevolencia al posicionarse ante la causa revolucionaria campesina. El Tajômaru contemporáneo está interpretado por un apaciguado Shun Oguri y es mucho más cometido con sus obligaciones morales ante los de su casta que no el que interpretó Mifune, más libertino y preocupado por conseguir ganancias fáciles.

Pantalla Invisible



Sería injusto catalogar de puramente artificiosa esta visión posmoderna de un malhechor que ahora es realzado como si fuera una estrella de rock, pues la concepción original para la versión que ofreció Kurosawa no distaba de esa visión puramente comercial que su estudio (la desaparecida y mítica Daiei, que fue absorbida accionarialmente por la Kadokawa Pictures en 2002) pretendió darle en aras a convertirla en un éxito taquillero sin precedentes, al estar en boga un Akutagawa que había sido inmortalizado por su literatura neorrealista anterior a la Primera Guerra Mundial y que cobraba trascendencia durante el prolongado período de Ocupación inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial (se creó un premio anual en honor a su nombre). La versión de Nakano es muy respetuosa con el “jidai-geki” más clásico, pese a que ese doble clímax final (dos batallas con el mismo hermano traidor, separadas por un interludio en el que Tajômaru debe rescatar a su amada al arrojarse en el Pozo del Infierno, un valle al que van a parar los renegados) es muy propio del cine japonés “mainstream” de principios del nuevo milenio. Formalmente es muy clasicista, sobre todo en su primera hora, recurriendo a esos armoniosos “pillow-shots”, a esa planificación estática y vínculos familiares muy propios del género en su traslación televisiva (los seriales de época ocupan una buena parte de la parrilla, no en “primer-time”, pero sí que son tratados como auténticos culebrones).

Pantalla Invisible



Lo único que puede reprochársele, precisamente, es que no haya recurrido a su marcado estilo, evidenciado en producciones previas como son Samurai Fiction (1998) y Red Shadow (2001), en el que rompe la lógica interna temporal de este tipo de ficciones ancladas en el período feudal japonés. Hiroyuki Nakano siempre se ha definido como un director muy funky y lamentablemente esa sensación, que ha marcado tendencia en cierto cine nipón independiente donde suelen pervertirse géneros aparentemente intocables, solo se palpa en una voraginosa secuencia en la que Tajômaru aúpa a los de su clan para robar a los más ricos, y cuya narración viene marcada y construida por las sinfonías rockeras que la adornan. Tajômaru: Avenging Blade es una producción coherente con el discurso de Nakano, a pesar de que sus formas no mitiguen su adscripción al “jidai-geki” más conservador y sea más rompedora a nivel conceptual que anteriores títulos suyos. Un buen “spin-off” que nos deja con la sensación de que se podría haber sacado más jugo a este villano con unos idealismos que no han envejecido y que aun parece quedarle cuerda para rato.


Ediciones disponibles: editada en Inglaterra en DVD por la compañía Manga Entertainment en una edición en la que se incluye el making of.



Pantalla Invisible

La sección en donde se dará a conocer obras perdidas del cine, de ayer y de hoy, con el objetivo de que lleguen al espectador con mayores inquietudes cinéfilas

Actualización: Lunes.

Blog administrado por Eduard Terrades

ARTICULOS DE PANTALLA INVISIBLE

Buscar PANTALLA INVISIBLE en

Buscar PANTALLA INVISIBLE en NEWS









© Revista Fandigital.es 2000-2015
Revista iPad / | Contactar