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Tales From the Dark (part1) - Pantalla Invisible - blogs de cine
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Tales From the Dark (part1)

Un artículo de Eduard Terrades Vicens || 11 / 8 / 2014
Pantalla Invisible

Cuando el “j-horror” se puso de moda, es decir, el novísimo cine de terror japonés cocido a finales del pasado siglo, primero se expandió por otros territorios asiáticos, siendo la vecina coreana la que más hincapié hizo en el género, seguido de la ex-colonia británica, cuyo boom por el cine espectral se apoderó de las bulliciosas salas hongkonesas. A pesar de que podría considerarse Inner Senses (Law Chi-leung, 2002) como la primera en reventar la taquilla local (después de que la trilogía A Wicked Ghost, iniciada en 1999, dejara de asustar a las plateas de forma moderada), fueron especialmente proclives los filmes ómnibus en los cuales se insertaban tres o cuatro relatos cortos de miedo controlado y calidad artística irregular. Sin duda alguna, la franquicia más longeva en este aspecto conceptual fue Troublesome Night (con diecinueve secuelas oficiales y cuya primera parte se estrenaba incluso unos meses antes de que el Ringu de Hideo Nakata asustará por allí donde dejaba caer su maldición). Ahora, la industria hongkonesa, decidida a recuperar la supremacía en materia terrorífica, inicia un nuevo serial fílmico en el que lo sobrenatural se inmiscuye en los asuntos mundanos de los ciudadanos hongkoneses.

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Ésta primera entrega (de dos, de momento) de este nuevo intento cinematográfico por parte de la industria local por aterrorizar a sus paisanos a través de mezclar la cotidianidad con el mundo invisible aúna sus tres historias en un mismo denominador común: todos son relatos de terror basados en la obra literaria de Lilian Lee (escritora reconocida, autora de Adiós a mi Concubina o Dumplings, ésta también de terror, entre muchas otras). Son tres relatos muy equidistantes entre sí a nivel argumental, pero que ahondan sus historias en espacios cerrados, claustrofóbicos, en recovecos de callejuelas o galerías de centros comerciales anticuadas. Historias de confección “pulp” (pues habían sido publicadas por entregas en periódicos y revistas, luego recopiladas en cinco volúmenes), surgidas de la imaginación de una Lilian Lee tocada por la vara del best-seller y del profuso conocimiento y respeto que siente por el folklorismo fantástico y religioso chino, y con unos personajes que viven al margen de la sociedad del consumo a la que pertenecen.

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En el primer relato (Stolen Goods, dirigido e interpretado por el veterano y archiconocido Simon Yam), encontramos un outsider que sobrevive haciendo trabajitos temporales, en los que no dura más de una semana a consecuencia de sus excentricidades, y que, para continuar alimentándose, decide secuestrar urnas funerarias con el objetivo de pedir un rescate económico a los familiares directos, sin contar con el agravante que le puede ocasionar el profanar las tumbas de gente que ha traspasado al más allá. Mientras que en el segundo (A Word in the Palm, realizado por Lee Chi-ngai), un médium retirado y recluido, ahora reconvertido en pianista amateur, debe hacer uso de su sexto sentido una última vez para ayudar a un cliente muy especial, mientras lidia con su ex-esposa por la custodia de su hijo (cuyas facultades extrasensoriales también ha empezado a desarrollar) y una aprendiz de clarividente que trabajaba en el mismo centro comercial donde ostentaba su peculiar negocio y con la que mantiene cierta tensión sexual. Cierra el círculo Jing Zhe (dirigido por el respetable y respetado Fruit Chan), un relato morboso y macabro entorno a una homeless que tiene la capacidad innata de echar el mal de ojo a aquellos que han cometido fechorías, solicitando sus servicios una muchacha de tez blanca (y que los espectadores más perspicaces intuyen a la primera de que se trata de un espíritu errante que no ha alcanzando la paz espiritual) a la que le pide si puede “castigar” a sus violadores.

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Tres relatos de texturas oscuras que encuentran su razón de ser en la genuina arquitectura hongkonesa y cuyas fuentes originales pueden compararse leyendo el segundo de los libros recopilatorios de historias sobrenaturales de Lilian Lee. Decimos sobrenaturales más que terroríficas, pues sendos relatos no están planteados para asustar al más valiente (al menos no desde los cánones occidentales), sino que buscan hallar una brecha de espiritualidad mal entendida en un país dominado por la cultura del dinero y su superlativa superficialidad cultural, condicionada por pequeñas grandes fortunas, brókeres insaciables y su poca capacidad de movimiento de sus habitantes dado el hiper-poblado territorio en el que viven. Decía Tsui Hark muy sabiamente en los años 90 del siglo pasado que los espectadores hongkoneses acuden en masa a las salas a sentir y no a pensar, y esta primera entrega de Tales From the Dark viene a ratificarlo. Aún así, e igual que sus vecinos chinos (aunque técnicamente Hong Kong y Macao pertenezcan a China, pues fueron devueltas a la Gran Muralla Comunista en 1997, conservando su régimen especial capitalista, prorrogado hasta 2046), los habitantes de la ex-colonia británica son extremadamente supersticiosos y muchos son los que acuden regularmente a los pequeños templetes a hacer una ofrenda (económica, of course) para rezar y clamar a los dioses prosperidad, suerte en los negocios y salud para ellos y los suyos, pero también para alejar los malos espíritus en un país en que la competencia feroz y desleal es el pan de cada día y el rencor puede arrastrarse más allá de la vida...

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Con estas bases juegan los tres directores: Simon Yam ofrece el relato más extraño narrativamente hablando (fruto tal vez de su inexperiencia como realizador), pero puede que el más interesante y con ciertos “gimmicks” visuales que seguramente serían del agrado del propio William Castle. Chi-ngai por su parte introduce algunos elementos cómicos típicos de la comedia cantonesa en su capítulo de videntes postizos, banalizando el horror y apostando por la sitcom en algunas de sus escenas (no por ello debe contemplarse como algo negativo, la historia encaja perfectamente con el estilo y el tono brindando por el cineasta) y destacando por encima del argumento la química entre todos los personajes (con unos inconmensurables Tony Leung Ka-fai y Kelly Chen), así como su acertadísima elección en el casting. Y en el caso de Chan, del gran Fruit Chan (uno de los directores post-97 que intentaron intelectualizar el cine hongkonés), sigue fiel a sus principios (esos que se alejan de cualquier manual de dirección cinematográfica) y filma el relato más escabroso de los tres, con un montaje mareante y una traca final con CGI incluido que resulta excesivo por su pretenciosidad y inverosimilitud (no por sobrenatural debe resultar poco creíble lo que se narra, y más cuando lo fantasioso o milagroso penetra y absorbe lo real, tangible y terrenal). El promedio que dictaminaríamos, como resultado de sumar los tres relatos, dejaría la primera parte de Tales From the Dark en una nota que bascularía entre el seis y el seis y medio. Tal vez deberíamos valorarla junto con los segmentos agrupados en su segunda parte de cara a hacer subir un poco más el nivel en la puntuación. Por lo tanto, y como toda buena novela folletinesca facsímil... ¡Continuará!

Ediciones disponibles: editada en Hong Kong por Edko Video tanto en DVD (zona 3) como Blu Ray (región A). También ha empezado a circular por festivales especializados de nuestro país.



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